jueves, 25 de mayo de 2017

LA IMPORTANCIA DE LAS VACUNAS Y DE LA EDUCACIÓN PARA LA SALUD



A pesar de que las vacunas evitan en el mundo, cada año, la muerte de SEIS MILLONES DE PERSONAS, están surgiendo algunos grupos de objetores y contrarios a las mismas, que se basan en los efectos secundarios (que son mínimos) que pueden producir y algunas dudas que tienen sobre su efectividad, lo que hace que ciertas personas tengan la sensación de que no son necesarias.
Lamentablemente este movimiento contra las vacunas, va teniendo adeptos cada día. ¿Por qué ocurre este fenómeno? ¿Por qué contaminan la opinión pública con falsas informaciones no contrastadas, contrapuestas a la evidencia científica que demuestran la efectividad de las vacunas y la importancia de estar vacunados, no solo individual sino colectivamente?
En este sentido, los ciudadanos tenemos una responsabilidad doble: individual y colectiva. En el apartado individual, podríamos justificar o excluir a quien no quiera vacunarse. Pero en lo que respecta al deber con la  comunidad, no hay ni justificación ni excepción: individualmente tenemos la obligación de vacunarnos para proteger a la colectividad, mediante el efecto “paraguas” protector que se despliega en la comunidad cuando en esta, la mayoría de los ciudadanos está correctamente vacunada.

Recientemente se han presentado algunos brotes de enfermedades que podrían haberse evitado, si la población en conjunto hubiera estado inmunizada. Este hecho nos debe hacer recapacitar en la obligación ética y legal que tenemos de vacunarnos y tener en cuenta que la Salud Pública es un bien común que hemos de proteger entre todos actuando responsablemente cada uno. Las vacunas evitan enfermedades y también las secuelas que estas puedan dejar y el sufrimiento por ellas tanto en pacientes como en seres queridos, amén del gasto que supone  para todos.
En este problema, que debe tener solución, yo veo varios aspectos que habría que estudiar y modificar y todos son importantes: Primero, tener controlada la población que ha decidido no vacunarse. Segundo, dar información suficientemente clara en los medios y en redes sociales con mensajes positivos y con datos para que se deje de cuestionar la efectividad de las vacunas, y crear conciencia en la población de la importancia de las mismas y de los padecimientos que previenen. Tercero: dichos mensajes deben ir impregnados de llamadas a la solidaridad entre todos para conseguir abrir un gran “paraguas inmune” como fenómeno protector de la sociedad. Cuarto: La importancia que tenemos los profesionales sanitarios como transmisores de estos mensajes a la población, no solo comunicándonos con ella sino  convenciéndola de las bondades de las vacunas. Quinto: El papel de la Administración es fundamental, ya que es ella quien debe coordinar todo, unificar el calendario vacunal en todo el territorio nacional y pagar la comunicación, mediante campañas permanentes.
La Educación para la Salud es fundamental, y aún no se ha dado cuenta de ello la Administración Sanitaria: Se les llena la boca de ella a todos los partidos políticos cuando se elaboran los programas electorales próximos a las elecciones, pero nunca llegan a implementarla sólida, continua y permanentemente. Interesa más dar paso a proyectos cortos que den resultados en menos de cuatro años, que sentar las bases y desarrollar un programa sencillo y barato como es el de la Educación para la Salud, pero que da los resultados a largo plazo, consiguiendo modificar actitudes, hábitos, costumbres, etc. que beneficiarían no solo a la salud y economía de un País, sino también a la felicidad de sus ciudadanos.