viernes, 14 de mayo de 2004

Depresión en la embarazada

Una de cada diez mujeres embarazadas sufre de depresión.

Dr. Bernabé Galán Sánchez
Medico de Familia. FUENTE PALMERA

La depresión suele presentarse con relativa frecuencia durante el embarazo así como después del parto. Es importante el diagnosticarla ya que puede ser nociva para el bebé.
Aunque los médicos solemos ser cuidadosos en la detección y tratamiento de la depresión pos-parto, algunas veces se nos puede pasar el diagnóstico de alguna depresión durante el embarazo porque no esperamos encontrarla. Muchas personas creen que las mujeres están protegidas de la depresión durante el embarazo, al tratarse de una etapa de bienestar emocional. Sin embargo, al igual que en otras etapas de la vida, más del 10% de las mujeres sufren depresión durante el embarazo. Hay estudios que sugieren que la depresión y la ansiedad durante el embarazo pue-den estar vinculadas al temor del bajo peso del niño al nacer, el parto prematuro y la baja irriga-ción en la matriz.
Diversos científicos instan a que se realicen investigaciones que esclarezcan las consecuencias potenciales de la depresión de la madre en un bebé durante el embarazo. El estudio debería de-terminar lo que es peor para el feto: la depresión en sí misma o los medicamentos para comba-tirla.
En ocasiones se confunde la depresión posparto con otros padecimientos más severos, como puede ser la psicosis postparto. Este padecimiento afecta solo al 1 por mil de las mujeres, que en casos extremos pueden llevar a que las madres dañen a sus hijos. Esto suele ocurrir en el perío-do de tiempo que va desde las primeras dos semanas al mes posterior al parto.
Otro padecimiento que se puede confundir con la depresión de la mujer en esta etapa es el cua-dro conocido como "baby blues", bastante más frecuente, pero inofensivo y se da en muchas mujeres que después de dar a luz se afligen y lloran en los primeros días posteriores al naci-miento de su hijo.
En un estudio publicado en la revista British Medical Journal leemos que se estudió el estado de ánimo durante el embarazo y después del parto a más de 9.000 mujeres con una serie de cues-tionarios. Se hicieron evaluaciones para detectar la depresión a las 18 y 32 semanas de embara-zo, así como a las ocho semanas y ocho meses de haber dado a luz. En los resultados es de des-tacar que se encontró que el 13,5% de las mujeres pasaron el umbral de la depresión cuando tenían 32 semanas de embarazo, mientras que el 9,1% alcanzó ese nivel ocho semanas después del parto.
Como he indicado al principio, la depresión se presenta en una proporción igual en las muje-res(entre 10 y 15% de ellas) durante otras etapas de su vida.

miércoles, 25 de febrero de 2004

Relaciones entre médicos y con otros profesionales sanitarios

Cuando hablamos de relaciones entre médicos y con otros profesionales sanitarios hemos de situarnos necesariamente en el tiempo y circunstancias actuales. Es posible que muchos rememoren momentos pasados y añoren aquellos tiempos. No quiero decir que en la actualidad no se mantengan la cortesía, la lealtad, el respeto, etc. Que antiguamente era norma. No es eso; pero el hecho de haber introducido desde fuera en nuestro quehacer diario una serie de factores añadidos, muchos de ellos innecesarios para que podamos ejercer nuestra profesión libremente en beneficio de las personas, hace que en ocasiones la relación que podamos tener con nuestros propios compañeros, sena o no médicos, se vea interferida precisamente por esos elementos administrativos circunstanciales que hacen perder, y en ocasiones mucho, la dignidad de la relación, porque la comunicación interpersonal se enturbia conscientemente desde fuera.

De un tiempo acá venimos observando que además de la “burnoutización” de la mayoría de los profesionales que trabajamos en el cuidado de la salud de los españoles existe un cierto grado de desencuentro entre nosotros mismos. Si hacemos caso al dicho, comentado a diario entre nosotros acerca de la Administración, de divide y vencerás puede que esté pasando algo de esto.

Nuestra profesión, que goza del mayor grado de excelencia, aceptación, veneración y agradecimiento por parte de la población, está siendo vilipendiada, denostada, infrautilizada, despreciada en una palabra por algunos que valiéndose de un relativo poder no conocen en absoluto la realidad del desarrollo diario de nuestra actividad. No se preocupan por conocerlo: no bajan a los Hospitales ni a los Centros de Salud; no pisan sus pasillos, sus consultas, sus domicilios, sus aldeas; no se aprovechan de nuestra experiencia y nuestras propuestas de soluciones; no hablan con los profesionales sanitarios de sus problemas ni manifiestan interés en solucionarlos.

Mi preocupación por el creciente individualismo que nos coloniza y la pérdida de colaboración en perjuicio de los Médicos ha sido aliviada con la lectura de un magnífico artículo que os recomiendo, escrito por una Enfermera en una revista de Médicos de Atención Primaria, que nos hace alentar esperanzas y nos anima a no desfallecer (Garrido E. Cómo nos ve. SAMFYC información 2004; 7:4)

Eva Garrido, que así se llama esta compañera, hace unos años cambió el Hospital por la Atención Primaria precisamente para tener un contacto más directo con los pacientes, con las familias, con el entorno, con sus sentimientos. Conoce por tanto su trabajo y el de los Médicos, y se ha dado cuenta del grado de desmotivación que padecemos. En este artículo nos relata un sueño-pesadilla del que se despierta sobresaltada, sudorosa y muy angustiada.
La verdad es que este sueño que relata no hubiera sido considerado como pesadilla hace unos años, cuando la Atención Primaria comenzó a cambiar dibujando una gráfica ascendente en el panorama sanitario español. Lamentablemente en la actualidad esa curva se encuentra descendiendo hasta el fondo del eje de coordenadas y no precisamente por culpa de los profesionales. Recomiendo la lectura e incluso me pondré en contacto con esta compañera para que nos permita su publicación en nuestra revista. Necesariamente hemos de hacer algunas anotaciones acerca de las relaciones de los Médicos entre sí y con otros profesionales sanitario. Tanto nuestro Código de Etica y Deontología, como diferentes Conferencias y Declaraciones mundiales recogen este tema. Incluso el Juramento Hipocrático anima a respetar, compartir y cuidar a quien nos enseña nuestro arte. Y en nuestro caso, ¿no aprendemos todos los días algo de nuestros compañeros?

El Códio de Ética y Deontología Médica de la Organización Médica Colegial trata en sus artículos 31 al 34 precisamente de la relación de los Médicos entre sí y con otros profesionales sanitarios. Creo que es preferible transcribir estos artículos aparte en otro lugar de esta página, para que puedan ser consultados, en lugar de hacer un comentario sobre los mismos. Sin embargo no me resisto a dejar algunas preguntas en el aire:

¿Tratan con la debida deferencia, lealtad y respeto algunos directivos de Equipos Básicos de Salud o de Servicios Hospitalarios a los Médicos que no cumplen a pié juntillas lo ordenado por la superioridad aún a sabiendas que es perjudicial para los enfermos? (Artículos 31.1 y 31.2).

¿Se abstienen algunos Médicos de criticar ante los pacientes y otros compañeros las actuaciones profesionales de otros compañeros, que por la causa que sea y que solo conocen estos últimos, han tomado alguna decisión que no les conviene o con la que no están de acuerdo aquellos? (Artículo 31.4)

¿Somos cautos al comentar a algún paciente que la intervención quirúrgica realizada no ha resultado porque quien la ha efectuado no está preparado para este tipo de operaciones? (Artículos 31.4 y 31.5)

¿Hacemos bien si nos callamos cuando conocemos que algún compañero está infringiendo alguna norma ética o deontológico y no le llamamos la atención o lo ponemos en conocimiento del Colegio de Médicos? (Artículo 31.6)

¿Atendemos con igual tallante a los pacientes que nos acumula la Dirección cuando falta algún compañero y no es sustituido por otro? (Artículos 32.1, 33.1 y 33.2)

¿Aceptan los directivos de buen grado el hecho de que haya Médicos que se niegan a actuar, en ciertas ocasiones, por objeción de conciencia razonada? (Artículo 33.4)

¿Aceptamos siempre los consejos que nos puedan dar el personal de enfermería en materias que ellos conocen mejor que nosotros? (Artículo 34.1)

Según la Declaración sobre la práctica de la profesión en los Países Comunitarios (Declaración de Nüremberg 1967, artículo 5.3 del Tratado de Roma), la Profesión Médica es una, cualesquiera que sean las modalidades de su ejercicio. Tales modalidades son complementarias entre sí y se rigen por la misma Deontología aunque están sometidas a condiciones de organización diferentes. Esta organización respetará la autonomía de cada establecimiento la cual comprende una dirección administrativa y una dirección Médica, garantizándose la independencia profesional del Médico y asegurando la estabilidad del puesto de trabajo, su independencia económica y su protección social.

En 1970 se amplió en Luxemburgo la Declaración antes mencionada precisando algunas reglas: una de ellas dice que los Médicos vinculados por contrato estás sometidos, como todos los demás, a las reglas de la Ética y de la Deontología Médicas establecidas por la Corporación Médica, donde se establece el carácter inalienable de la independencia profesional del Médico, como garantía para el paciente. El contrato o estatuto debe respetar la Deontología Médica teniendo en cuenta las reglas y procedimientos característicos de cada País. Añade algo que no se cumple en nuestra Comunidad Autónoma a diferencia del resto de España: “La actividad profesional del Médico jamás podrá ser controlada por un no médico”.

Hemos leído en esta misma revista cómo se ha evaluado a los Médicos en algunos Centros de Salud andaluces por parte de Directores que no son Médicos e inclusive se han dado casos en los que un Enfermero (Director de Zona Básica de Salud) ha llegado a suspender a Médicos de reconocido prestigio. Este último hecho ha sacado a la luz algo que nunca debería haber ocurrido, cual es el enfrentamiento entre dos profesiones entregadas con verdadera vocación al cuidado de la salud de sus semejantes.

Este desencuentro no es generalizado afortunadamente en las bases, sino que puede deberse a estrategias no bien meditadas ni medida su trascendencia. Entre los profesionales de ambos colectivos hay excepciones de las que se aprovechan quienes no conocen la importancia de una buena gestión basada en la unión, el entendimiento, la razón, la comunicación acompañados de la motivación permanente y el compañerismo. Destruyendo estas características indispensables se consigue justo lo contrario de lo que teóricamente se pretende, que no es otra cosa que la eficiencia del Sistema Sanitario, por la que luchamos los Médicos día a día desde que se nos ocurrió la feliz idea de estudiar Medicina.

En el Artículo 28 de la Guía Ética Médica Europea se nos dice que las normas de confraternidad se establecen para el beneficio del paciente, procurando evitar que el enfermo sea víctima de maniobras de competencia desleal entre Médicos. ¿No es competencia desleal la de aquel Médico que trabajando en equipo y percibiendo

Idéntica remuneración que el resto trata mal a sus pacientes con el objetivo de alejarlos hacia otros compañeros que los atiendan mejor? Esta situación se solventaría premiando más a quien más trabaje y mejor lo haga.

Los Médicos hemos de ser respetuosos con nuestros colegas. Nunca hemos de criticar ante los pacientes la actuación profesional de nuestros compañeros. Siempre existe una explicación para cada una de las acciones humanas, pero hemos de conocer esa explicación por parte del actuante, y aún conociéndola no se ha de criticar en otro foro que no sea dentro de la Profesión Médica.

Sin embargo es obligación del Médico, sin faltar al deber de confraternidad, el comunicar al órgano profesional legítimo las infracciones de las normas éticas y de competencia profesional de otro compañero. El Código Internacional de Ética, adoptado por la Asamblea Médica Mundial en octubre de 1949 en Londres y enmendado en 1968 y en 1983, amplía lo anterior diciendo que el Médico debe tratar con honradez a pacientes y a colegas y está obligado a denunciar a aquellos Médicos débiles de carácter o deficientes en competencia profesional, o a los que incurran e fraude o engaño, así como respetar los derechos del paciente, de los colegas y de otros profesionales de la salud.

El Médico debe comportarse hacia sus colegas como él desearía que ellos se comportaran con él. La Declaración de Ginebra, adoptada en 1948 y enmendada en Sydney en Agosto de 1968, establece solemnemente el “considerar a mis colegas como hermanos”.


Capítulo XI. Relaciones de los médicos entre sí y con otros profesionales sanitarios

Art. 31.-
1-La confraternidad entre los médicos es un deber primordial y sobre ella sólo tienen preferencia los derechos del paciente.

2-Los médicos deben tratarse entre si con la debida deferencia, respeto y lealtad, sea cual fuere la relación jerárquica que exista entre ellos. Tienen la obligación de defender al compañero o colega que es objeto de ataques o denuncias injustas.
3-Los médicos compartirán sin ninguna reserva, en beneficio de sus pacientes, sus conocimientos científicos.

4-Los médicos se abstendrán de criticar despreciativamente las actuaciones profesionales de sus colegas. Hacerlo en presencia de los pacientes, de sus familiares o de terceros es una circunstancia agravante.
5-La relación entre los médicos no ha de propiciar su desprestigio público. Las discrepancias profesionales han de ser discutidas en privado o en sesiones apropiadas. En caso de no llegar a un acuerdo acudirán al Colegio, que tendrá una misión de arbitraje en estos conflictos.

6-No supone faltar al deber de confraternidad el que un médico comunique a su Colegio, de forma objetiva y con la debida discreción las infracciones de sus colegas contra las reglas de la ética médica o de la práctica profesional. Tampoco cuando el médico actúe dentro de los límites propios de la libertad de expresión.


Art. 32.-
1-En interés del enfermo se debe procurar sustituir, cuando sea necesario, a un colega temporalmente impedido. El médico que haya sustituido a un compañero no debe atraer para si los enfermos de éste.

2-El médico no interferirá en la asistencia que esté presentado otro compañero. No se considera interferencia la situación de urgencia o la libre consulta por parte del paciente a otro médico, quien le advertirá, sin embargo, del perjuicio de una dirección médica múltiple no consensuada.

3-Cuando lo estime oportuno, el médico propondrá al colega que considere más idóneo como consultor o aceptará al que elija el paciente. Si sus opiniones difieren radicalmente y el paciente o su familia decidieran seguir el dictamen del consultor, el médico que venía tratando al paciente quedará en libertad para suspender sus servicios.

Art. 33.-
1-El ejercicio de la Medicina en equipo no debe dar lugar a excesos de actuaciones médicas.

2- Sin perjuicio de las posibles responsabilidades subsidiarias, la responsabilidad deontólgica del médico no desaparece ni se diluye por el hecho de trabajar en equipo.

3- La jerarquía dentro del equipo asistencial deberá ser respetada, pero nunca podrá constituir un instrumento de dominio o exaltación personal. Quien ostente la dirección del grupo cuidará de que exista un ambiente de exigencia ética y de tolerancia para la diversidad de opiniones profesionales. Y aceptará la abstención de actuar cuando alguno de sus componentes oponga una objeción razonada de ciencia o de conciencia.

4-Los Colegios no autorizarán las constitución de grupos profesionales en los que pudiera darse la explotación de alguno de sus miembros por parte de otros.

Art. 34.-
1-El médico debe mantener buenas relaciones con los demás profesionales al servicio de la salud y tendrá en consideración las opiniones de ellos acerca del cuidado de los enfermos.

2-El médico respetará el ámbito de las peculiares competencias de las personas que colaboran con él. Procurará que cada miembro del grupo cumpla correctamente sus responsabilidades específicas. Cuidará de que todos, teniendo como propósito común prioritario el bien del paciente, trabajen coordinadamente dentro del equipo asistencial.