domingo, 21 de febrero de 2021

Cuento: El pirata “Seis dedos” y el valiente leñador

     No sabemos cómo el pirata  “Seisdedos” localizó a Álvaro, el leñador. Quería tomar venganza porque su padre había sido encarcelado por el padre del leñador, por haber raptado a una niña del pueblo. Cuando desembarcaron los piratas, los vecinos tuvieron mucho miedo. Los bandidos raptaron a todos los niños y se los llevaron al barco, mientras su jefe encontró al leñador.

-Si quieres que los niños vuelvan con sus padres tienes que luchar contra mí y ganarme y después ir nadando al barco y traerlos. Nos iremos y no os molestaremos más.

         El valiente leñador tenía un inconveniente: no sabía nadar.

         Aquella noche nuestro héroe se aproximó a la orilla del mar y silbó una canción. Pronto apareció Coralia, su amiga la sirena.

-Hola, Álvaro, ¿qué puedo hacer por ti?

-El pirata “Seisdedos” ha secuestrado a los niños del pueblo y me ha dicho que para salvarlos tengo que ganarle en una pelea y luego llegar a su barco, y yo no sé nadar.

-No te preocupes que yo te ayudaré. Cuando le ganes te vienes a este sitio. Yo estaré escondida. Tú te subes encima de mí y te llevaré al barco.

         Al amanecer se enfrentaron los dos contrincantes. El pirata llevaba un puñal y una espada y Álvaro su hacha y una vara muy larga, que le dio la victoria por agotamiento de su adversario, ya que cada vez que “Seisdedos” se le aproximaba, Alvaro le apaleaba las piernas y le hacía caer al suelo. Lo hizo tantas veces que al final el pirata acabó exhausto y se rindió.

         Después, Alvaro llegó al barco con la ayuda de la sirenita y rescató a los niños. Pero hay más: Coralia había llamado aquella noche a los habitantes del mar y estaban esperando que “Seisdedos” volviera al barco para apresarlo a él y a los piratas y se los llevaron a una cárcel submarina para que jamás volvieran a molestar a nadie.

 

domingo, 7 de febrero de 2021

Cuento: El fantástico sueño de los primos: Aventuras de Quique y Nano en la selva.

Quique y Alejandro son primos que tienen casi la misma edad. Son familia porque la mamá de Quique y el papá de Alejandro son hermanos. A los dos les gustan mucho los animales. Desde pequeños han preferido los juguetes de animales y conocen muy bien los nombres de muchos de ellos, especialmente los dinosaurios.

Aunque estos primos viven lejos uno del otro -Alejandro vive en Córdoba y Quique en un pueblo de Granada- parece que tienen una comunicación telepática frecuente. Ved lo que les ocurrió un día.

-¡Hola, primo Quique! –gritó de alegría Alejandro, dándole un abrazo.

-¡Hola, Nano! ¡Qué alegría me da verte por aquí! ¿Y tus padres, donde están? Yo no sé dónde están los míos. Y estoy preocupado, tengo un poco de miedo.

-Yo tampoco sé dónde están los míos. Me he encontrado de pronto aquí contigo sin saber cómo. Yo creo que estamos perdidos. No te preocupes y vamos a explorar, a ver qué nos encontramos en este lugar tan bonito.

            No había terminado de hablar Alejandro cuando apareció trotando un hermoso caballo blanco que se acercó a ellos y comenzó a hablarles. Quique y Nano –que así llamaban familiarmente a Alejandro- se quedaron boquiabiertos y emocionados mirando con unos ojos muy grandes al caballo.

-¡Hola chicos! –les decía el animal mientras daba vueltas alrededor de ellos- ¿Qué hacéis aquí en este bosque fantástico? Si queréis os puedo subir encima de mí y os lo enseño. Ya veréis cómo os va a gustar esta visita.

-¡Si, si, vale! ¡Qué bien! –dijeron los  dos a la vez, aplaudiendo y dando saltos de alegría.

-¿Cómo te llamas? Yo soy Enrique y mi primo es Alejandro, pero nos llaman Quique y Nano.

-Yo me llamo Veloz –respondió el caballo mientras doblaba sus patas y bajaba su cuerpo al nivel del suelo para que los niños subieran sobre él.

            Una vez montados, Veloz comenzó a caminar despacio y poco a poco inició un trote que fue aumentando de velocidad y cuando iba a comenzar a galopar volvió su cabeza mirando a los niños y les dijo sonriendo:

-¡Agarraos bien y disfrutad! ¡No temáis por nada!

            De repente se le desplegaron dos alas y le apareció un cuerno en la frente. ¡Era un unicornio alado!

-Os voy a enseñar todo este parque desde aquí arriba, volando, porque es muy grande y si vamos por el suelo tardaríamos muchos días en verlo.

            Los primos estaban entusiasmados y felices. Reían de emoción ante la belleza de los paisajes que estaban viendo desde arriba.

-Mirad ese lago en el que nadan los cisnes y se duchan los elefantes. El agua es tan transparente que se ven los peces brillar al reflejarse el sol en la superficie.

-¡Baja, baja, que lo veamos de cerca! ¿Podemos hablar con ellos?

-¡Sí, claro! En este inmenso jardín todos los animales hablamos un idioma que entienden los humanos –dijo Veloz, posando sus patas en el suelo a la orilla del lago.

            Cuando los cisnes se dieron cuenta de la presencia de los visitantes, se aproximaron a ellos. Salieron del agua y los saludaron sacudiendo sus alas y abriéndolas a modo de saludo, mientras el elefante dejó de ducharse echando agua por su trompa y también se aproximó a ellos y les dijo:

-Hola Veloz ¿Quiénes son estos pequeños humanos que vienen contigo?

-¿Qué tal Eleuterio? -que así se llamaba el elefante- Ellos son Alejandro y Enrique, pero los amigos los llamamos Nano y Quique. Vienen de España: Nano es de Córdoba y Quique de Granada. Les estoy enseñando el parque. Son nuestros invitados.

            De repente comenzó a oírse un ruido muy grande que iba en aumento, como si se fuese aproximando a ellos. De pronto apareció por encima de las copas de los árboles la cabeza de un brontosaurio y los niños se asustaron y corrieron al lado de Veloz, pidiéndole que los defendiera, los subiera encima de su lomo y saliera volando.

-No os preocupéis –les contestó el unicornio- Paquitosaurio no es agresivo y es amigo nuestro. Ahora os lo presento. Ya veréis como viene acompañado de la jirafa Virginia.

            No tardaron en salir del bosque el dinosaurio y la jirafa saludando desde lejos a nuestros protagonistas. Momentos después apareció majestuosamente el Rey de la selva: un león muy grande y  muy bello que caminaba con orgullo moviendo su cabeza y meciendo al aire su larga cabellera.

            Cuando Leopoldo, el león, llegó donde estaban nuestros amigos, todos los animales se colocaron formando un corro alrededor de ellos y comenzaron a hacerles muchas preguntas: de dónde eran, si iban al colegio, si sacaban buenas notas, si tenían muchos amigos, cómo se llamaban sus papás, sus abuelos, sus primos; qué juegos les gustaban, si comían mucho… También los niños tenían mucho interés en conocer las vidas de aquellos animales y les hacían preguntas insistentemente.

            Al nombrar la comida, Leopoldo sintió cosquillas en su estómago y se le abrió el apetito. Dio un rugido muy grande e inmediatamente aparecieron cuatro grandes gorilas vestidos de camareros y le preguntaron:

-¿Qué desea, su majestad?

-Tengo ganas de comer y nuestros amigos también. Haced el favor de traer la paella con frutas tropicales que os dije que preparáseis para hoy y tened en cuenta que tenemos dos invitados.

-¡Arriba, dormilones! ¡Vamos a desayunar! Que hoy tenéis que ir a pescar con el abuelo.

            Era la abuela Maty que les movía las sábanas para que se despertaran. Alejandro y Quique comenzaron a desperezarse, se sentaron en las camas y se miraron uno al otro sonriendo, mostrando complicidad, como si quisieran comunicarse que habían tenido el mismo sueño. Estaban de vacaciones en la casa de los abuelos y dormían juntos en la misma habitación. En otra, al lado, se encontraban despiertas Rosa y Tania y ya se estaban vistiendo. A Álvaro, el más pequeño de los nietos, le gustaba dormir con los abuelos en su cama, en medio de los dos.

            Después de desayunar acompañaron todos al abuelo a la cochera, a recoger el coche para ir al campo, a la orilla del río donde lanzarían sus anzuelos para pescar. Como siempre hacían, convencieron al abuelo para meterse en el maletero e ir jugando por el camino, aunque viajar de esa manera no estaba permitido. Como el río estaba muy cerca podían ir por caminos de tierra por los que apenas había tráfico y no había peligro. Durante el recorrido, Quique y Alejandro le contaron a las primas Tania y Rosa y al primo Álvaro el sueño que los dos habían tenido.

-Hemos soñado los dos que nos encontrábamos en un bosque muy grande con árboles gigantes. Era como una selva y había muchos animales, grandes y pequeños, que hablaban con nosotros. Lo hemos visto desde el cielo, subidos en un unicornio que volaba y luego bajó al suelo y nos hicimos amigos de elefantes, cisnes, gorilas, peces, jirafas, un dinosaurio que se llamaba Paquitosaurio y más animalitos que obedecían al león Leopoldo que era su rey. Con esta conversación se les hizo muy corto el camino y llegaron enseguida a la orilla del río, donde disfrutaron pescando peces que tras acariciarlos y hablarles devolvían al agua.


sábado, 6 de febrero de 2021

Profecía cumplida: La Navidad y sus muertos (Artículo del Blog de Antonio Pintor, "El sembrador de ideas")

 https://elsembradordeideas.blogspot.com/2021/02/profecia-cumplida-la-navidad-y-sus.html?spref=fb&m=1

 Respuesta a Antonio Pintor:

 Apreciado Antonio, compañero:

Me ha encantado tu artículo, como todo lo que escribes. Estoy casi totalmente de acuerdo con lo que escribes, aunque disiento en alguna cosa, como es el hecho de que no conocieran lo que se nos venía encima. Si desde finales de diciembre la población general lo sabía, porque lo oían en los medios de comunicación. Es más, en Córdoba el 5 de febrero organizamos sendas conferencias-coloquio sobre el coronavirus nuevo tanto en la Real Academia como en el Rectorado, abiertas a la ciudadanía, en las que comenzamos a difundir conocimiento y prevención sobre este maldito virus. 

No puedo comentarte con la extensión que quisiera, pero reitero mi enhorabuena por el artículo y estoy totalmente de acuerdo contigo y con nuestro añorado y admirado Julio, en que la POLITICA ha perdido una oportunidad única y que esta enorme crisis en lugar de unir fuerzas, crecer en solidaridad, desechar sectarismos, incrementar el nivel de respeto a los demás, lamentablemente, como muy bien recordabais en el artículo que escribisteis los dos el 17 de mayo de 2020, nos ha vuelto a demostrar que “la política une y ciega”, esto es que nos engarza con los que piensan como nosotros y nos ciega (torpe y brutalmente, añado yo) ante los que piensan diferente. 

Es muy triste ver que mientras sufre y muere la población, los dirigentes y la oposición (a todos los niveles) emplean su tiempo en otras cosas que nada tienen que ver con lo que nos ocurre, dejando pasar el tren de la oportunidad -que siempre hay que aprovechar en las crisis- de llevar a cabo grandes proyectos en beneficio de la ciudadanía y de la Nación. Pero para eso es necesario que haya políticos de talla con formación, ética y espíritu de servicio a los demás.

Un abrazo y espero que pronto podamos encontrarnos.