jueves, 20 de agosto de 2020

Verano especial

 Aquel verano fue especial. No disfrutó del automóvil de su padre y no subió al campanario a llamar a los feligreses, pero fueron unas vacaciones inolvidables. Sus primos lo habían invitado a su finca para ayudarles en las labores del campo. Había estado allí en otras ocasiones, pero nunca durante 15 días como ahora. Se levantaba al amanecer y ayudaba a sus primos: Aprendió a ordeñar cabras, a segar el trigo, a trillar en la era y a hacer pacas de paja. Sudó, sintió la sed y el picor producido al mezclarse sudor y polvillo de la trilla, pero también la satisfacción y el placer del baño en las lagunas que en verano dejaba el río cuando disminuía su caudal  interrumpía su cauce. Después leía hasta que se ponía el sol y el negro discurrir de la noche se aliviaba con la luz de un candil de aceite.

martes, 18 de agosto de 2020

Déjà Vu, miedo a soñar lo mismo

 Aquella noche volvió a castigarle el mismo negro sueño. En repetidas ocasiones le habían despertado unas pesadillas que se desarrollaban en lugares y calles diferentes - algunas conocidas – y que tenían de común denominador el final: acababa siendo atracado o perseguido con la intención de robarle. Comenzaba caminando por una calle que le era familiar con un destino conocido, pero si se volvía o rectificaba su ruta, comenzaba su zozobra, du “deja vu”: Al volverse para cambiar su itinerario, inmediatamente se introducía por  unas calles adoquinadas, donde no entraba el sol ni automóvil ni persona, edificios ruinosos abandonados sobre los que destacaba el viejo campanario de una iglesia derruida. Se encontraba con personas que se dirigían hacia él y si echaba a correr, los otros lo perseguían hasta darle alcance, tras sentir cómo las piernas le fallaban. Un sudor frío le recorría su cuerpo y lo despertaba una enorme sed.