martes, 1 de noviembre de 1988

EL COLONO RABANTES (IX)

UN NOMBRE COLONO PARA EL INSTITUTO DE FUENTE PALMERA

El Colono RABANTES


Vuelve mi espíritu a estas páginas, de su emigrar en el tiempo, empujado por mis paisanos fallecidos, como yo, hace muchos años. Todos estamos molestos por que algunos de sus descendientes se han olvidado de sus antepasados.

Por fin se construyó el Instituto de Fuente Palmera. Funciona sin problemas, y según me han comunicado tiene un magnifico equipo de profesores. Sin embargo, cuando los políticos quieren asignarle un nombre, surge un debate absurdo e incomprensible para los colonos de todas las épocas. Los de ahora reconocen que el nombre del profesor Tierno Galván, es digno para ponerlo a un Instituto en Murcia ó Salamanca donde ejerció de catedrático, ó en Madrid que fue alcalde. Pero imponer un nombre extraño a la Colonia, nos parece a los colonos ya desaparecidos, algo que no se debería permitir, existiendo personajes dignos de ser rememorados por el tesón y sacrificio que demostraron sentando las primeras piedras de esta Colonia. No me refiero a los grandes (Carlos III, Olavide, Thürriegel, Dernaux, Pérez Valiente, etc.), ni tan siguiera al sacristán Sebastián Machado, que en 1806 fue nombrado primer maestro de Fuente Palmera. Hay otros anónimos colonos que sufrieron y lucharon desde sus comienzos por el futuro de Fuente Palmera, y que habría que reconocérselo de una vez por todas.

Siempre tengo presente la imagen de una joven mujer viuda y embarazada que nos encontramos los italianos cuando llegamos a Fuente Palmera a finales de 1768. Era saboyana, tenía 24 años, y se había quedado sin esposo hacía menos de un mes. A pesar de su enorme tristeza y soledad, MARIA PERNETA, que así se llamaba, demostraba un optimismo y una esperanza en el futuro justificables en su situación solo por el hijo que esperaba. El atractivo espiritual que aquella gran mujer irradiaba, embelesó tanto a mi compatriota DOMINGO LAQUINI, que acabó casándose con ella a los 18 meses de conocerla, acogiendo también al fruto del embarazo, que resultó ser una niña a quien bautizaron con el nombre de ANA y el apellido de su difunto padre ( SAMBERO ). Los tres vivieron cuidando las suertes 277 y 298 que le habían correspondido a Domingo; hicieron su vivienda (humilde choza) sobre su tierra entre Silillos y Fuente Carreteros y gozaron anónimamente de su pobreza y sencillez.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Así debería de ser siempre. En todos los pueblos hay muchas personas que se merecen este homenaj, sin embargo, es mas bonito el nombre de un foraneo, por my ilustre que sea o haya sido en su momento.