martes, 5 de abril de 2022

LA MEDICINA RURAL: Una opción seductora para los médicos jóvenes

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LA MEDICINA RURAL: Una opción seductora para los médicos jóvenes


La medicina rural por Bernabé Galán, médico rural.

LA MEDICINA RURAL: Una opción seductora para los médicos jóvenes

Dr. Bernabé Galán. Médico de Fuente Palmera


“Confieso que he vivido”, como diría Pablo Neruda. Confieso que soy Médico de pueblo por convencimiento progresivo y evolucionado con el tiempo. Desde el primer momento en que viví el ejercicio de la Medicina Rural me sentí seducido por ella. Hoy día, después de 47 años ejerciéndola ininterrumpidamente, sigo disfrutando como el primer día.

Conocí el encanto de trabajar como Médico de Familia, antes de que existiera el Ministerio de Sanidad, la Reforma Sanitaria de la Atención Primaria e incluso de nuestra especialidad. Precisamente entonces, en nuestra nómina como Médicos Titulares, se nos calificaba como Médicos de Familia, antes de llamarnos Médicos Generales y después Especialistas en Medicina de Familia y Comunitaria. El Médico Titular era un adelantado de lo que después, con la Reforma Sanitaria, fueron los EBAP (Equipos Básicos de Atención Primaria). Eran tiempos en los que el Médico, en el pueblo, hacía de todo: Además de atender en consulta y urgencias, también tenía que atender partos, inscribir en el Registro Civil, hacer autopsias, inspecciones a establecimientos comerciales, industriales, alimenticios, talleres, etc., emitir cédulas de habitabilidad de las viviendas, autorizaciones de apertura de negocios, reconocimientos de quintos, inspecciones medico-escolares, atención a funcionarios de las Fuerzas Armadas y de la Administración Local, atender a los pobres e indigentes de Beneficencia Municipal, pequeñas intervenciones quirúrgicas, promoción de la salud, educación sanitaria, salud pública, estadísticas y por supuesto prestación de servicios a la Seguridad Social y coordinación con los otros sanitarios locales.

Para realizar lo anterior teníamos todo el tiempo del mundo: 24 horas al día, 7 días a la semana los 365 días del año. Eras responsable absoluto de lo que ocurriera en tu demarcación. Incluso para irte de vacaciones o ausentarte del pueblo, además de la autorización de la Jefatura Provincial de Sanidad, tenías que obtener el visto bueno del alcalde del pueblo.

Repito, que a pesar de todos los “inconvenientes” que podíamos tener yo me encontraba feliz en mi destino y añoro –a lo mejor es por echar de menos la juventud física- aquellos tiempos, en los que tenías mayor autonomía, eras reconocido no solo por los vecinos sino también por la Administración y  tenías bastante tiempo para poder estudiar y mantenerte al día, eso sí, a costa de tu bolsillo.

En 1984, el médico, sociólogo y escritor británico Julián Tudor Hart escribía en la revista “Atención Primaria” (y yo lo suscribo y siempre lo he dicho) que en el nuevo médico rural “se combinan las aptitudes clínicas con las aptitudes de la medicina de las poblaciones, con suficiente lealtad hacia sus pacientes para quedarse en su plaza y realizar su trabajo hasta el final”.

Poco antes de finalizar el siglo pasado, en noviembre de 1996, celebramos en Granada un Congreso Internacional de Medicina de Familia y Comunitaria, organizado por SEMFYC, en el cual se desarrollaría una mesa a la que se le dio mucha importancia, ya que en ella se tratarían ponencias sobre Medicina Rural. Un año antes habíamos organizado un grupo de Medicina Rural dentro de esta Sociedad Científica y los ponentes de dicha mesa éramos algunos compañeros del citado grupo. Mi ponencia se denominaba “Medicina de Familia en el Medio Rural en el siglo XXI”.

Estábamos convencidos en aquel momento que la Medicina Rural tenía un futuro esperanzador. Nada parecido a lo que está ocurriendo ahora. Nuestra misión entonces era entusiasmar y convencer a nuestros compañeros para que acudieran a trabajar a los pueblos. La Medicina de Familia, en ese medio,  era desconocida y poco valorada y los nuevos Médicos de Familia tenían que conocer las características y los atractivos que la diferenciaban de la del medio urbano. La vida en el medio rural tiene, para el médico, una serie de características que le hacen ser el genuino médico de familia.

Para mí un Médico Rural es aquel médico que atiende a las personas de una manera integral y con continuidad, en su entorno familiar y social. La linealidad, la integración y la participación del tejido social en la atención sanitaria son fundamentales en la eficiencia de su ejercicio profesional que, hasta que llegó la Reforma Sanitaria, realizaba con mucha precariedad de medios.

Como complemento de lo anterior ha de conocer bien el medio ambiente y los riesgos atribuibles a sus características, así como ser consciente de los valores, actitudes, costumbres, creencias y tradiciones de los vecinos. En ocasiones algunas de las patologías que sufre la población están relacionadas con estos aspectos de la vida cotidiana.

Por ello, el ejercicio profesional del médico en el pueblo tiene unas diferencias con la de quien ejerce en la ciudad. Como ventajas o razones positivas diré que la satisfacción de los pacientes es superior con los rurales que, con los urbanos, aunque no significativa, ya que la consideración que se nos tiene a los Médicos de Familia es muy elevada. Por ello la relación médico-paciente, las técnicas de entrevista y la atención a la familia son diferentes debido a la idiosincrasia del medio rural. Suelen ser personas sencillas, humildes, modestas, comprensivas y podríamos decir sin desestimación alguna, que generalmente son más dóciles y obedientes a nuestros consejos.

Estas últimas características facilitan la tarea a quienes, como a mí, les apasiona la Educación para la Salud, la promoción de la misma, la relación y atención a la comunidad y por supuesto la identificación de los líderes sociales, de quienes echar mano cuando se quiera implementar cualquier proyecto saludable. Su labor difusora es imprescindible, ya que hoy día manejan no solo el “boca a boca” sino todo tipo de redes sociales.

Algo que me ha llamado siempre la atención es la actitud ante la muerte y la enfermedad que tienen en el medio rural, diferente a la del urbano y también esta varía según la distancia que hay hasta el hospital y de lo aislado que esté el pueblo, así como de las comunicaciones. La objetividad ante la realidad, la resignación ante lo evidente, la filosofía de vida de las personas que viven en pueblos es admirable y aún más mientras más pequeños sean los núcleos de población.

Para mí, todo lo anterior han sido ventajas o algo positivo que quisiera invitar a sentir a quienes lo desconocen.

También hay una serie de desventajas o razones negativas que pueden ahuyentar a los posibles candidatos a ejercer en pueblos.

Lo que antiguamente era un obstáculo para muchos, al tener que estar de servicio permanente las 24 horas, –reconozco que para mí no lo era- se solucionó con la Reforma de Atención Primaria, estableciéndose horarios y turnos de guardia. De esta manera dependía de la voluntariedad de cada uno el permanecer viviendo en el pueblo si te apetecía.

Pesa mucho el aislamiento profesional, formativo, cultural, social y familiar. En los tiempos que corren, se palia con las modernas comunicaciones, si bien suponía un sacrificio y un coste económico extra, amén de molestias, tener a tus hijos fuera del domicilio familiar para poder estudiar, no poder asistir a muchos actos culturales que se celebraran en la capital, el estar en contacto físico con otros compañeros de tu profesión y amigos y un largo etc.

Aunque no es relevante, ya que el Médico de Familia está preparado y formado para poder atender a las personas desde que nacen hasta que mueren, hay algo bastante generalizado cual es la ausencia de pediatras en los centros de salud rurales con lo que el médico de familia ha de hacerse cargo de la atención infantil.  


Pero estos inconvenientes eran contrarrestados por una serie de
 ventajas y razones positivas que pueden ser atractivas para convencer a los jóvenes a venirse al medio rural.

En el pueblo te das cuenta de tu pluripotencialidad. Hasta que no te encuentras solo, inmerso en esa aventura –y eres joven para vivirla e incluso disfrutarla- no eras consciente de muchas de tus capacidades.

Poco a poco te vas dando cuenta de que tu relación con los pacientes, con tus vecinos, es cada día más satisfactoria en ambos sentidos, lo que favorece la atención. Y esa satisfacción va aumentando conforme pasa el tiempo y cuando te das cuenta eres un referente de la linealidad en Atención Primaria. Eso de llegar a conocer y que te conozcan cinco o seis generaciones familiares es algo que hay que conocer y vivir para saber de qué se trata, cómo se disfruta y cuánto te ayuda en tu labor.

Tienes una mayor autonomía y facilidades para organizar tu trabajo clínico y preventivo y para realizar proyectos relacionados con la salud pública, promoción de la salud y educación sanitaria, así como participación de la comunidad y todo esto lo puedes llevar a cabo coordinado con otros profesionales sanitarios.

También puedes hacer múltiples y variados tipos de investigaciones como pueden ser sobre enfermedades infecciosas, geriatría, atención infantil, salud comunitaria, urgencias, salud mental, mortalidad, aspectos relacionados con el duelo, enfermedades y enfermos terminales, educación para la salud, etc.

En resumen: Gracias a que la población es limitada y estable, por lo que es mejor conocida y hay mayor posibilidad de contacto con los líderes sociales, puedes realizar mejor tu trabajo y organizarte con mayor autonomía. Los procesos se siguen mejor gracias a la continuidad y se pueden llevar a cabo estudios prospectivos.

Pero todo lo anterior no es suficiente para atraer médicos a los pueblos. La Administración tiene que poner de su parte si no quiere que la “España vaciada” se convierta en una “España abandonada” en el aspecto sanitario. Tiene que aportar valor añadido a ese sacrificio que supone el trabajar en solitario en lugares con dispersión geográfica, distantes de la ciudad y lejos de un hospital, viviendo en el mismo entorno donde trabajas, con personas con diferente nivel cultural, teniendo que atender niños, embarazadas, urgencias, etc. Además de un permanente reconocimiento por parte de la Administración, Comunidad y Organizaciones Profesionales, el Estado debe establecer una serie de incentivos como pueden ser, por ejemplo: Dando mayor autonomía de gestión y organización, mejorando la comunicación telemática, videoconferencias, telemedicina, transmisión vía satélite, etc. Primero que a nadie llevarlo al medio rural. Mejorando las infraestructuras y carreteras. Así mismo se deben potenciar las relaciones con el hospital y especialidades hospitalarias. Se debe facilitar la formación de redes de comunicación entre los médicos rurales y creación de grupos de trabajo y de ayuda mutua, entre los compañeros más próximos geográficamente.

La Medicina Rural se debe tratar en la Facultad como asignatura propia. Creo que es buena idea también, además de un profesorado específico, llevar a la Facultad a médicos líderes rurales enamorados de su trabajo, que potencien los aspectos positivos y minoren los negativos. Los MIR de Familia deberían rotar por el medio rural durante un tiempo no inferior a 6 meses, con un programa amplio específico.

Y en el aspecto profesional y familiar, se deberá facilitar la conciliación familiar, ofreciéndoles una vivienda digna y gratuita, diferenciar los salarios respecto a los que trabajan en la ciudad, mejorando la dotación y equipamiento de medios de diagnóstico, promoción profesional, mejoras en los baremos puntuando los servicios y la permanencia en el mismo sitio, el doble que en el urbano. Es importante hacer ostensible el apoyo a la investigación en el medio rural y también que se les den facilidades para asistir a congresos nacionales e internacionales.

En muchos de estos últimos incentivos pueden colaborar –y seguro que lo harían con agrado-los Ayuntamientos y las Diputaciones provinciales.

No me extiendo más. Con estos párrafos he querido sintetizar mis sentimientos y mi opinión sobre la Medicina Rural. Es mi granito de arena en la construcción de un soporte firme que sirva para convencer a los nuevos Médicos de Familia -e incluso a los no tan jóvenes- para que se acerquen a este modelo de ejercer la Medicina en unas condiciones diferentes.





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