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29 noviembre, 2022
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20 noviembre, 2022
EVOCACIÓN PICTÓRICA DE LA MEDICINA RURAL
EVOCACIÓN
PICTÓRICA DE LA MEDICINA RURAL
Diapo 1
(SALUDO a autoridades y compañeros presentes, demás asistentes, tanto en persona como en línea )
Es para mí un honor que se haya aceptado mi ingreso como Miembro Numerario de esta centenaria Asociación en la que nos podemos encontrar los médicos que además de nuestra profesión, tenemos una vía de escape para poder expresar nuestras emociones y sentimientos, tan numerosos y profundos y ponerlos en común contrastándolos con otros miembros de nuestro gremio.
Diapo 2
Tal vez –no lo sé- el tema que aporto como discurso de ingreso sea algo poco conocido. Tengo la obligación de hacerlo no solo por haber nacido en ADAMUZ, un hermoso pueblo de la serranía cordobesa, sino porque además y voluntariamente decidí ser Médico Rural toda mi vida, a pesar de haber tenido numerosas oportunidades para haberme ido a una capital de provincia. Soy Médico Rural y me siento orgulloso de serlo. Decidí quedarme en un pueblo porque pensé que allí podría ser más útil a mis
semejantes. Y así creo que ha sido. Es tan satisfactorio el ejercicio de nuestra profesión en el medio rural y tan poco conocido, que hago proselitismo cada vez que puedo, con el objetivo de convencer a nuestros compañeros Médicos de Familia más jóvenes para que se vengan a los pueblos; no solo porque con el déficit generalizado de médicos que sufrimos en España, los núcleos rurales se están quedando sin nuestra atención y también porque a pesar de algunos inconvenientes, que son salvables, su discurrir en el pueblo les dará calidad de vida y les despertarán sentimientos y experiencias desconocidas totalmente por los urbanitas.Diapo 3
He de decir que mi deseo de estudiante era el poder dedicarme a la investigación una vez terminada la licenciatura. Por ello, el cuadro de Joaquín Sorolla titulado “Retrato de Ramón y Cajal” removió en mi interior, al observarlo, esos deseos de investigación que se vieron frustrados por la inmediata necesitad de tener un sueldo al terminar la carrera. Lo más rápido para conseguir este objetivo era escoger una plaza de medicina general
en un pueblo. Aunque se puede pensar que investigación y Medicina Rural no se acompañan, no es así. En el pueblo he tenido muchas oportunidades para aplicar la investigación no solo a la clínica sino a variadas actividades de promoción de la salud, epidemiología, sociología, educación sanitaria, salud pública, etc. y publicarlas posteriormente y por supuesto que las he aprovechado.
Diapo 5
Mi enamoramiento de la Medicina Rural ha ido creciendo día a día desde el primer momento. Estábamos mi esposa y yo cenando en la casa del alcalde, que nos había invitado aquella primera noche de estancia mía como médico en Monturque –hermoso pueblo de la Subbética cordobesa-. Se presentó en esos momentos el
farmacéutico viejo –que también era consuegro del primer edil- para solicitarme que acudiera a su casa a ver a su nieta recién nacida precozmente, a quien le habían dado el alta en el hospital aquella tarde y estaba aquejada de una dolencia digestiva. Cuando observaba el cuadro “El alquimista” de David Terriers “el joven”, he recordado a aquel anciano boticario enseñándome, al día siguiente, su antiguo laboratorio donde había preparado tantas fórmulas, pastillas, jarabes y pomadas, a la par que, muy contento, me hablaba de la mejoría que había observado la salud de su nieta, que hoy día es Directora del Conservatorio de Música de Antequera.Diapo 6
Ese mismo segundo día visité en su domicilio al que, pocos días después, sería mi primer fallecido. Llegué a aquella antigua casona en la que a su entrada se agolpaban los vecinos y alrededor de la cama, los familiares, tristes, en silencio, con rostro serio y algunos ojos llorosos, llenos de amor, daban calor humano y cariño al moribundo.
Eduardo Rosales Gallinas, pintó un cuadro titulado “Doña Isabel La Católica dictando su testamento” en el que, salvando las distancias de clase, también se aprecia ese sentimiento apesadumbrado y pesimista de quienes rodean más íntimamente a la agonizante.
Así mismo el lienzo “Últimos
momentos de Cervantes” de Manzano y Mejorado, me trajo a la memoria
aquellas visitas a la cabecera de los pacientes, que han sido cotidianas en mi
vida.
Diapo 7
Días después, como he dicho, falleció ese buen hombre y descansó en la paz del Señor, ya que llevaba años sufriendo de un mal de orina, como él lo llamaba. Se fue al otro mundo después de haber recibido los “Últimos sacramentos” como lo hace un albañil que ha caído de un tejado, en el cuadro dibujado por Rafael Romero de Torres. La extremaunción a mi paciente le fue dispensada por un nuevo cura
que por aquellas fechas había coincidido conmigo en su llegada al pueblo. Las visitas diarias a este enfermo nos unieron en amistad y confianza duraderas. En aquel primer entierro de un paciente, acompañé no solo al difunto y a sus familiares; también el joven sacerdote sintió y agradeció mi presencia y mi apoyo en aquel trance en sus primeros días como pastor de almas.
Diapo 8
Fue al llegar a la cabecera cuando
me di cuenta de que una gata, de los muchos que había encima de la cama, había
parido y tenía sus crías mamando plácidamente colgadas de sus pezones. No pueden
ustedes hacerse una remota idea de cómo se desarrolló aquel acto médico
domiciliario.
Diapo 9
Así mismo, los médicos de pueblo, en ocasiones, tenemos que desplazarnos a campo abierto para atender a alguna persona a quien se han encontrado caída en el suelo, bien herida, bien sin conocimiento o con la conciencia obnubilada por diversos motivos y
también, lamentablemente en otros, a levantar el cadáver de alguien que ha fallecido en extrañas circunstancias. En los pueblos estos avisos urgentes se dan con cierta frecuencia. He rememorado las veces que he tenido que acudir a un olivar o a una viña o a cualquier otro lugar de trabajo para atender un accidente laboral, observando el cuadro de de Francisco de Goya y Lucientes titulado “El albañil herido”. En la zona rural la mayoría de las personas laboran la tierra y a veces en condiciones extremas y para ello, he querido traer otro cuadro de aquella exposición que lo muestra. Se trata de la obra de Joaquín Sorolla y Bastida “Aún dicen que el pescado es caro”, en el que se denuncia con realismo la dureza de muchos trabajos, en este caso el de pescador.Diapo 11
Nuestro trabajo también
tiene muchas horas felices y anécdotas que nos arrancan una sonrisa y en
ocasiones carcajadas que tenemos que reprimir. Recuerdo una en la que acudió a
la consulta una joven aquejada de amenorrea, náuseas y asco al ver u oler la
comida, desde hacía más de una semana. Hasta entonces, desde su menarquía, sus
reglas habían sido muy puntuales. Con mucha discreción y sin querer entrar en pormenores
de su actividad sexual o su estado de
A esta aseveración mía respondió la chica, poniéndome cara de “Mona Lisa” (de Leonardo da Vinci), que “servidora no ha hecho nada”. Como era de esperar, a los pocos meses una hermosa niña aumentaba el censo del pueblo y se sumaba una cartilla más a mi cupo de pacientes.
Diapo 12
“La circuncisión” del Maestro de Sista, me hace sonreír porque recuerdo algunos momentos alusivos a esta pequeña intervención quirúrgica tanto en niños como en adultos. Últimamente la he recordado con alguien muy próximo a mí. En una revisión rutinaria a mi nieto más pequeño, en la consulta de niño sano, al decirle el pediatra que le mostrara su “pitillo” para ver si tenía fimosis, él muy serio y mirándose a esa zona, a la par que se la tapaba con sus dos manitas, movía
la cabeza de un lado a otro, negándose a hacer lo que el galeno le solicitaba, mostrando una sonrisa previa al llanto. Eso mismo me lo han hecho muchos pequeños a lo largo de mis años de ejercicio, en los que en numerosas ocasiones y temporadas, también he tenido que atender niños; algo muy habitual en el medio rural por la ausencia de pediatra.Diapo 13
El cuadro de Luis Jiménez Aranda, titulado “Una sala de hospital durante la visita del médico en jefe” hizo que recordase momentos de mi ejercicio profesional y también de mis tiempos de alumno interno de la Cátedra de Patología Médica, los días en que, tal y como se ve en la pintura, acompañábamos al catedrático a pasar sala, en el Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla, construido antes del Descubrimiento de América y que ha sobrevivido hasta nuestros días, si bien ahora tiene una utilidad política al ser sede del Parlamento Andaluz. Precisamente el actual Presidente del mismo es un médico de familia rural que me acompañó durante dos décadas en Fuente Palmera, pueblo donde aún continúo ejerciendo y que también fue Presidente de este Ilustre Colegio de Médicos.
Pero este cuadro, también me hizo rememorar la antigua
costumbre que existía en los pueblos de llamar a consultas a otros médicos de
la comarca o de la capital cuando el diagnóstico no estaba claro o el
pronóstico no gustaba a los familiares. Eran estos quienes, con el
consentimiento del médico de cabecera, se encargaban de llamar a un reconocido especialista
para que, en compañía del médico del pueblo, vieran al enfermo y de común
acuerdo instauraran un tratamiento o comunicaran un cambio en el pronóstico de
la enfermedad que aquejaba a su familiar.
Diapo 14
Aún hay personas que se cuestionan la peligrosidad de nuestra profesión. ¿Tan peligrosa es? –se preguntan los más escépticos. Y tanto que lo es, ya no solo por las agresiones que te pueden inferir personas descontentas o disconformes con el sistema sanitario y la pagan a palos con el primero que se encuentran, sino que también hay otras situaciones en las que peligra incluso tu vida y que recordé apreciando el cuadro “El padre Jofré protegiendo a un loco” de José Sorolla y Bastida.
Visitábamos en una aldea, a
domicilio y en equipo, psiquiatra, enfermera y
yo, como médico de la familia, a una mujer esquizofrénica que estaba muy
agitada y era preciso ingresarla, para lo que previamente había que tranquilizarla
mediante la inyección de un sedante que llevaba preparada la enfermera. La
paciente se negó violentamente, deshaciéndose de los familiares que intentaban
convencerla para que se dejara pinchar. Tras repetidos intentos y ante su insistente
negativa, como yo era su médico y tenía más confianza con ella, dije a los
demás que me dejaran intentarlo a solas. Me dirigí a la cocina, adonde se había refugiado tras las discusiones
anteriores y la encontré de espaldas, delante del fregadero con algo entre las
manos que yo no alcanzaba a ver. Me acerqué a ella hablándole suave y
tranquilamente cuando de repente se volvió hacía mí a la par que colocaba en mi
cuello un largo y puntiagudo cuchillo de cocina. Me quedé inmóvil, sin palabras,
mientras sentía la presión de la punta del arma en mi yugular.
–Don Bernabé –me dijo- no quiero hacerle daño, pero déjeme
usted tranquila si no quiere que le corte el “pescuezo”.
Entendí el mensaje, me retiré con cuidado sin darle la
espalda y salimos de la casa.
Diapo 15
Al día
siguiente, tuvo que ser reducida por la Guardia Civil con una orden judicial
para ser trasladada a la Unidad de Agudos del
Hospital Provincial. Precisamente, con la Benemérita los médicos rurales
tenemos una especial connivencia y son muchos los episodios vividos en
colaboración mutua. Tantos, que incluso llegan a darte el título de “Guardia
Civil Adoptivo”.
Diapo 16
cadáver. El Dr. Torrellas fue el primer Presidente del Colegio de Médicos de Córdoba y yo, en el momento de la exposición coincidía que era el último Presidente. El otro cuadro
Diapo 17
La visión del “Martirio de San Lorenzo” de Valentín de Boulogne, sin
tener relación alguna con aquellas experiencias, sin embargo, me evocó la
impresión que me he llevado al menos en dos ocasiones. La primera fue a los
pocos meses de estar ejerciendo en mi primer pueblo y la última pocos días
antes de jubilarme.
Diapo 18
Había compañeros en los pueblos, que además de todas las tareas que teníamos encomendadas los Médicos Titulares desde los remotos tiempos de Alfonso X “El Sabio”, se dedicaban a realizar la función de otros profesionales que no existían en el municipio. El caso al que me quiero referir es el de los compañeros que hacían de dentistas.
ElDiapo 19
Vinculando
dientes con comida y comedor, había un cuadro en aquella exposición que me hizo
recordar una anécdota graciosa llena de candidez y humildad. Se trata de la
pintura “San Hugo en el refectorio de los Cartujos” de
Francisco de Zurbarán. En algunas ocasiones, las visitas domiciliarias a
los pacientes tenían una compensación nutricional “in situ”. Al mediodía, en
verano y en Andalucía el que te ofrezcan una cerveza y una tapa, después de visitar
a un enfermo, es algo muy de agradecer. En una ocasión, después de terminar de atender
a una enferma en su domicilio fui descubierto por un vecino de la misma,
tomándome un refresco en el comedor de aquella casa. Al salir de la vivienda,
el colindante me estaba esperando en la calle y me preguntó si yo le aceptaría
una invitación similar la próxima vez que me requiriera para ir a su domicilio.
Diapo 20
Hay
un cuadro de aquella exposición: “El año del hambre
en Madrid” de José Aparicio e Inglada, que muestra la cara solidaria de
la gente sencilla y la implicación de los médicos en momentos de zozobra
social.
Es
preciso recordar ahora cuál fue el origen de lo que hoy día es la Fundación de
Protección Social de la Organización Médica Colegial de España, que nació
gracias a la iniciativa solidaria y protectora de los médicos madrileños tras
la devastadora pandemia de gripe de 1918 que esquilmó a nuestra profesión y
dejó en la miseria a numerosas viudas y huérfanos a quienes había que ayudar. Aquel
proyecto se extendió por toda España y sigue vivo hasta nuestros días, con un
incremento y actualización de sus prestaciones año tras año. Precisamente
mañana y pasado celebraremos en Córdoba el vigésimo aniversario de la creación
del PAIME (Programa de Atención Integral al Médico Enfermo), que es una de las prestaciones
estrella de nuestra Fundación.
Diapo 21
Otro cuadro, “Vacunación de los niños” de Vicente Borrás Abellá, evoca los tiempos en los que Médicos y Practicantes Titulares nos desplazábamos todos los años en dos o tres ocasiones a escuelas y colegios, una de ellas para vacunar a los niños y
facilitar así elDiapo 22
Quiero terminar
sintetizando, resumiendo y actualizando algunos de los sentimientos que a pesar
del tiempo transcurrido, siguen vivos en mí.
La Medicina Rural, ejercida genuinamente hoy, es muy diferente a esta que yo he descrito, recordado y añorado, paseando por aquella exposición de pintura que mañana, casualmente, hará seis años que se clausuraba. La medicina rural del presente se nutre de la ciencia y de los adelantos contemporáneos, pero vocacionalmente mantiene los valores de antaño. Aún así es percibida, por quien no la conoce bien, como una ramamenor de la ciencia médica. Craso error, en nada parecido a la realidad. Hay que vivirla en primera persona, sentirla, sufrirla y disfrutarla, para poder opinar sobre ella. Es un trabajo muy sacrificado pero muy gratificante. Es una manera de ser, sentir, experimentar y vivir. Conforme va pasando el tiempo ejerciéndola y conociéndola de primera mano, te vas dando cuenta de que nuestra profesión te captura, te engancha, pero no todo el mundo lo aprecia de esta manera.
En el ejercicio de la Medicina Rural con talante de continuidad y permanencia en el mismo destino, alternan el encanto y la satisfacción con la incertidumbre; las vivencias con el agotamiento al final de la jornada; las prisas y la inquietud en algunos momentos críticos de urgencia vital con la satisfacción de oír palabras de agradecimiento y comprensión por parte de pacientes y familiares. El descanso a última hora, después de un día agotador en el que progresivamente el cansancio se ha ido apoderando de ti, es compensado con la alegría que observas en tus hijos y tu esposa cuando entras en casa. Las reuniones con tus amigos, que poco a poco van aumentando entre tus pacientes, quienes cuando los visitas en su domicilio te agasajan y honran porfiando a ver quien lo hace mejor contigo. Con todo esto vas viendo y sintiendo cómo se incrementa el cariño que te tienen. Por eso mismo no te cuesta trabajo, ni seguir estudiando en los pocos momentos libres que te puedas encontrar, ni levantarte a cualquier hora de la madrugada e incluso salir a la calle: porque te levantas de la cama para ir a atender a una persona que te necesita, que conoces, que aprecias, que es tu amigo. Esaindescriptible satisfacción que sientes cuando al cabo de muchos años, te recuerdan que un día salvaste la vida a su hijo, que aseguraste su matrimonio maltrecho a causa del alcoholismo de la esposa, que facilitaste el acceso a un trabajo a su hija, que aconsejaste a su niño adolescente, dándole confianza de igual a igual que le marcó positivamente el resto de su vida, etc., etc. Pues esa satisfacción y orgullo de haberlo hecho, eso… eso… no tiene precio.
Diapo 23
Muchas gracias.
¡Salvad El Gollizno de Adamuz!
VER ARTÍCULO EN ESTE ENLACE https://x.com/BernabeGalan/status/1825946635131912380
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