EL ENVEJECIMIENTO Y LA ENFERMEDAD DE ALZHEIMER
Conferencia pronunciada en el Salón de Actos del Edificio de Usos Múltiples de Fuente Palmera, con motivo de los primeros pasos para la Fundación de una Asociación de Afectados por la Enfermedad de Alzheimer.
Dr. D. Bernabé Galán Sánchez. Especialista en Medicina de Familia y Comunitaria
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Gracias por la invitación a participar en esta Jornada sobre un tema tan interesante y, por desgracia, con una actualidad progresivamente más presente en nuestras vidas.
Gracias a quienes organizan estas jornadas, ya que con ello colaboran en la mejora de las condiciones de estos pacientes y de quienes los cuidan.
El título de esta ponencia, muy bien ideado, nos habla de envejecimiento y Alzheimer. Aunque pensemos que ambas palabras van siempre unidas, no siempre ocurre así, ya que como veremos la enfermedad de Alzheimer puede comenzar en etapas anteriores a la senectud.
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El envejecimiento es un proceso deletéreo, progresivo, intrínseco y universal que con el tiempo ocurre en todo ser vivo a consecuencia de la interacción de la genética del individuo y su medio ambiente.
Podría también definirse como todas las alteraciones que se producen en un organismo con el paso del tiempo y que conducen a pérdidas funcionales y a la muerte.
Es difícil determinar el momento en que éste se inicia, algunos autores consideran que se manifiesta a partir del momento de la máxima vitalidad alrededor de los 30 años en el hombre.
Probablemente, el envejecimiento (al contrario del crecimiento) no es un fenómeno genéticamente programado. En la actualidad el período de vida del ser humano se cuantifica con un máximo de 120 años, cuando los fenómenos intrínsecos del crecimiento y del envejecimiento se desarrollan en un medio adecuado. De no ser así, la duración cronológica de la vida humana se reduce proporcionalmente, aún cuando el espacio biológico sea en todos los individuos el mismo. En efecto los avances socio-sanitarios, en especial los de la medicina preventiva, y también la aparición de los antibióticos junto con los grandes progresos en la nutrición, han logrado que la esperanza de vida al nacer, que era de 50 años a principios de siglo, sea en los países desarrollados de 75 años en la actualidad.
Las consecuencias de éstos cambios ya se han hecho sentir en los sistemas de salud en muchos países, debido a que la atención médica del paciente anciano implica cambios estructurales en los mismos para revertir las tendencias hacia la discriminación habitual en éste grupo de pacientes. La sociedad en general debe reconocer que el envejecimiento de una gran proporción de sus miembros la afecta como un todo y no es un fenómeno que concierna solo a los mayores.
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El ser humano asume el envejecimiento de acuerdo a sus tradiciones y su cultura. Vemos cómo en la antigüedad, los ancianos eran venerados. En la actualidad, la industria de la cosmética gira no solo en torno a la belleza si no también a evitar las señales del envejecimiento. Antiguamente, en la época del Imperio Romano, se consideraba anciano a una persona que sobrepasara los 45 años de vida; hoy en día, se considera anciano a aquellos que sobrepasan los 60 años. Hoy en día, es más común encontrar personas que alcanzan los 90 o 100 años de edad debido al mejoramiento de la calidad de vida y al ambiente de su entorno.
¿Qué factores afectan el envejecimiento de los humanos?: Medioambientales, Económicos, Genéticos, Calidad de vida, Sociales, Políticos, Psicológicos y Biológicos.
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¿Qué repercusiones tiene el envejecimiento en la salud pública?
Entre 2000 y 2050, la población mundial de 60 años o más se multiplicará por más de tres, pasando de 600 millones a 2000 millones. La mayor parte de ese aumento se producirá en países en desarrollo, donde pasarán de 400 a 1700 millones en ese mismo periodo.
Este cambio demográfico tiene varias repercusiones en la salud pública. La buena salud es esencial para que las personas mayores mantengan su independencia y participen en la vida de la familia y de la comunidad. Las actividades de promoción de la salud y prevención de las enfermedades a lo largo de toda la vida pueden evitar o retrasar la aparición de enfermedades no transmisibles y crónicas, como las cardiopatías, los accidentes vasculares cerebrales y el cáncer.
Los servicios de atención primaria deben proporcionar una atención accesible, integrada y regular a las personas mayores que padecen estos trastornos. Las enfermedades crónicas requieren un seguimiento para reducir al mínimo las discapacidades asociadas y sus efectos negativos sobre la calidad de vida. La naturaleza continua de esa atención significa que será más eficaz si se presta en entornos basados en la comunidad, como los centros de atención primaria.
Las acciones de salud pública pueden contar con las capacidades de las personas mayores. La creciente población mundial de personas mayores desempeña un papel fundamental, por ejemplo, en el voluntariado, la transmisión de experiencias y conocimientos, la ayuda a sus familias en la prestación de cuidados y su participación cada vez mayor en la fuerza laboral remunerada.
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Refiriéndonos a Fuente Palmera, y teniendo en cuenta el censo oficial tomado de los datos que nos ofrece el Instituto Nacional de Estadística, vemos cómo de las 1943 personas mayores de 60 años de 2006, extrapolando datos a 2050, existirán en nuestra Colonia 6412 personas mayores de 60 años.
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La demencia es una enfermedad frecuente, grave, larga y penosa que presenta un alto grado de complicación tanto en los aspectos diagnósticos como terapéuticos. Es un trastorno cerebral que afecta de forma grave la habilidad de una persona para llevar a cabo sus actividades diarias. La enfermedad de Alzheimer es el tipo más frecuente de demencia entre las personas mayores y afecta las partes del cerebro que controlan el pensamiento, la memoria y el lenguaje. Aunque los científicos aprenden más todos los días sobre esta enfermedad, estos aún no saben cual es la causa y no han descubierto un tratamiento para curarla.
Toda demencia produce un importantísimo impacto personal, familiar y social cuyas consecuencias son imposibles de eludir. Por todo ello requiere una multiplicidad de abordajes que solo se pueden afrontar desde perspectivas abiertas y multidisciplinarias.
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Para que un síndrome demencial pueda ser considerado como tal, ha de revestir las siguientes características:
1. Nivel de conciencia normal.
2. Ser adquirido, no poseído anteriormente (oligofrenia)
3. Persistente en el tiempo (duración de semanas o meses)
4. Afectar a diferentes funciones cognitivas, intelectivas y psicológicas.
5. Tener una repercusión apreciable ( personal, laboral, social, familiar)
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La enfermedad de Alzheimer es una forma de demencia caracterizada por el deterioro progresivo y relativamente generalizado de las funciones superiores.
Clásicamente se le conocía como “demencia presenil” porque se daba en etapas previas a la senilidad. Hoy día no hay motivos para distinguir entre senil y presenil ya que se puede dar antes o después de los 60 años, tratándose de la misma enfermedad. Las formas de aparición en sujetos más jóvenes suelen ser más agresivas.
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La enfermedad de Alzheimer como entidad clínica individualizada cuenta ya con más de 100 años de historia. En noviembre de 1901 ingresó una paciente de 51 años de edad llamada Augusta D en el hospital de Francfurt con un llamativo cuadro clínico de 5 años de evolución que, tras comenzar con un delirio celotípico, había sufrido una rápida y progresiva pérdida de memoria, alucinaciones, desorientación temporoespacial, paranoia, trastornos de la conducta y un grave trastorno del lenguaje. Fue estudiada primero por Alois Alzheimer, y después por otros médicos. La enferma falleció el 8 de abril de 1906 por una septicemia, secundaria a escaras de decúbito y neumonía. El cerebro de la enferma fué remitido a Alzheimer, quien procedió a su estudio histológico. El 4 de noviembre de 1906 presentó su observación anatomoclínica con la descripción de placas seniles, ovillos neurofibrilares y cambios arterioescleróticos cerebrales. El trabajo se publicó al año siguiente con el título "Una enfermedad grave característica de la corteza cerebral". La denominación del cuadro clínico como enfermedad de Alzheimer fue introducida por Kraepelin en la octava edición de su "Manual de psiquiatría", en 1910.
Los científicos también han descubierto otros cambios en el cerebro de las personas que tienen esta enfermedad. Estos cambios tienen que ver con la destrucción de células nerviosas en áreas del cerebro que son vitales para la memoria y otras facultades mentales, lo cual causa la interrupción de las conexiones entre las células nerviosas. También se presentan niveles más bajos de algunas de las sustancias químicas del cerebro que se encargan de la transmisión de mensajes entre las células nerviosas. La enfermedad de Alzheimer puede alterar los procesos del pensamiento y la memoria al interrumpir la transmisión de estos mensajes.
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EPIDEMIOLOGIA
Las demencias en su conjunto afectan casi al 5 % de las personas mayores de 65 años, incrementándose conforme aumenta la edad, hasta llegar al 30 % a los 85 años. Pero no hay que confundir demencia con pérdida de memoria, ya que más del 50 % de los mayores de 65 años presentan fallos de memoria que son normales y no por ello hay que pensar en que se trata de una demencia.
La enfermedad de Alzheimer se presenta en un 60-70 % del total de las demencias.
En España hay más de 600.000 personas que padecen EA. Esta enfermedad genera unos costes anuales de 2 a 4 millones de pesetas por persona, lo que supone más de 700.000 millones de pesetas en total cada año lo que el Estado gasta en atender a estos pacientes.
TODOS TENEMOS QUE COLABORAR PARA CONSEGUIR EL OBJETIVO PRINCIPAL QUE DEBEMOS PLANTEARNOS ANTE ESTA ENFERMEDAD. Este objetivo no es otro que la mejora básica de la vida de estos enfermos y la de sus familiares y cuidadores.
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¿Qué causa la enfermedad de Alzheimer?
Los científicos aún no entienden del todo lo qué causa la enfermedad de Alzheimer. Es probable que no haya una sola causa, sino varios factores que afectan a cada persona de forma diferente. La edad es el factor de riesgo más conocido. El número de personas que sufren de esta enfermedad se duplica cada 5 años entre las personas mayores de 65 años de edad.
Los antecedentes familiares son otro factor de riesgo. Los científicos creen que la genética puede jugar un papel importante en muchos de los casos de Alzheimer. Por ejemplo, la enfermedad de Alzheimer familiar de aparición temprana, una rara forma de la enfermedad que generalmente se manifiesta entre los 30 y 60 años de edad, es de carácter hereditario. El tipo más frecuente de Alzheimer es el de la aparición tardía.
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Los científicos aún tienen mucho que aprender y descubrir sobre las causas de esta enfermedad. Además de la genética, los científicos se encuentran investigando el papel que podrían desempeñar la educación, la alimentación y el ambiente en el desarrollo de la misma. Los científicos están encontrando cada vez más indicios de que algunos de los factores de riesgo de las enfermedades cardíacas y los accidentes cerebrovasculares, como la hipertensión arterial, el colesterol alto y los niveles bajos de la vitamina folato, pueden también aumentar el riesgo de desarrollar Alzheimer. También hay mayores indicios de que las actividades físicas, mentales y sociales pueden ser factores de protección contra la enfermedad.
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¿Cuáles son los síntomas de la enfermedad de Alzheimer?
La enfermedad de Alzheimer se inicia en forma lenta. Al principio, el único síntoma pueden ser olvidos leves, los cuales pueden confundirse con cambios en la memoria asociados con la edad. La mayoría de las personas que sufren de olvidos leves no tienen Alzheimer. En la fase inicial de la enfermedad, las personas pueden tener dificultades para acordarse de eventos y actividades recientes o de los nombres de personas o cosas conocidas. Es posible que no puedan resolver problemas matemáticos sencillos. Este tipo de dificultades pueden representar una molestia, pero no son lo suficientemente graves como para causar preocupación.
Sin embargo, a medida que avanza la enfermedad, los síntomas se notan con mayor facilidad y se agravan de forma tal que hacen que las personas con Alzheimer y sus familiares busquen ayuda médica. Los olvidos o fallos de memoria empiezan a interferir con las actividades diarias. A las personas en la fase intermedia de la enfermedad, se les puede olvidar cómo hacer tareas sencillas, como cepillarse los dientes o peinarse; ya no pueden pensar con claridad; fallan en su intento de reconocer personas y lugares conocidos; y empiezan a tener problemas para hablar, entender, leer o escribir. Más adelante, pueden volverse inquietas o agresivas, o deambular fuera de sus casas. Al final, los pacientes necesitan de un cuidado permanente.
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¿Cómo podemos sospechar que una persona está comenzando a padecer la enfermedad de Alzheimer?
Hay una serie de signos de alarma que harán a la familia y a los conocidos ponerse en alerta:
• Pérdida de memoria que afecta a la capacidad laboral.
• Dificultad para llevar a cabo tareas familiares.
• Problemas con el lenguaje.
• Desorientación en tiempo y lugar.
• Juicio pobre o disminuido.
• Problemas con el pensamiento abstracto.
• Cosas colocadas en lugares erróneos.
• Cambios en el humor o en el comportamiento.
• Cambios en la personalidad.
• Pérdida de iniciativa.
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¿Cómo se diagnostica la enfermedad de Alzheimer?
Un diagnóstico temprano y exacto de la enfermedad de Alzheimer ayuda a los pacientes y a sus familias a planear para el futuro. Asimismo, les da tiempo para considerar las opciones de atención mientras el paciente está en capacidad de participar en la toma de decisiones. El diagnóstico temprano también ofrece la mejor oportunidad para tratar los síntomas de la enfermedad.
Hoy en día, la única forma definitiva de diagnóstico es determinar si hay placas y ovillos o acumulaciones en el tejido cerebral. Sin embargo, para observar el tejido cerebral los médicos deben esperar generalmente a que se haga una autopsia, el cual es un examen del cuerpo que se realiza después de que muere la persona. Por esta razón, los médicos sólo pueden hacer un diagnóstico “posible” o “probable” de la enfermedad mientras la persona está viva.
En centros especializados, los médicos pueden diagnosticar acertadamente la enfermedad hasta en un 90 por ciento de las veces. Los médicos utilizan varios instrumentos para hacer un diagnóstico probable de la enfermedad de Alzheimer. Entre estos se encuentran: preguntas sobre la salud general de la persona, problemas médicos previos y su capacidad para llevar a cabo las actividades diarias, pruebas de memoria, resolución de problemas, atención, conteo y lenguaje, exámenes médicos, como pruebas de sangre, orina o líquido cefalorraquídeo, y gammagrafías cerebrales.
Algunas veces, estas pruebas pueden ayudarle al médico a encontrar otras causas posibles de los síntomas que tiene la persona. Por ejemplo, situaciones como problemas de tiroides, reacciones a los medicamentos, depresión, tumores cerebrales y enfermedades de los vasos sanguíneos pueden causar síntomas parecidos a la enfermedad de Alzheimer. Algunas de estas otras afecciones médicas pueden tratarse en forma satisfactoria.
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¿Cómo se trata la enfermedad de Alzheimer?
La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad de progresión lenta, que se inicia con problemas leves de la memoria y termina con daño cerebral grave. La evolución de la enfermedad y la rapidez con que ocurren los cambios varían de persona a persona. En promedio, los pacientes con Alzheimer viven entre 8 y 10 años después de haber sido diagnosticados, aunque algunas personas pueden vivir hasta 20 años con la enfermedad.
Ningún tratamiento puede detener la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, para algunas personas en las fases iniciales e intermedias, hay una serie de medicamentos que pueden ayudar a prevenir el empeoramiento de algunos síntomas durante un período limitado de tiempo. Estos son conocidos por muchos de los que están aquí presentes, ya que los toman sus familiares: tacrina (Cognex), donepezilo (Aricept), rivastigmina (Exelon) o galantamina (Reminyl)
Otro medicamento, la memantina (Axura), ha sido aprobado para tratar las fases moderadas o graves de la enfermedad, aunque también tiene efectos limitados.
Asimismo, algunas medicinas pueden ayudar a controlar los síntomas del comportamiento causados por la enfermedad de Alzheimer como el insomnio, la agitación, la deambulación, la ansiedad y la depresión. El tratamiento de estos síntomas contribuye con frecuencia a que los pacientes se sientan más cómodos y facilita su cuidado por parte de las personas que los atienden.
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Hemos visto y aprendido algo más sobre la enfermedad de Alzheimer. En esta ocasión se han organizado unas jornadas para tratarla y difundirla entre la población general. Pero hemos de aprovechar la presencia de ustedes aquí y seguir sensibilizándolos, ya que no solo existen enfermos de Alzheimer a quien cuidar, sino que por el contrario hay otros muchos más, de distintas edades, pero especialmente mayores, que se encuentran postrados en cama, o sin poderse valer por sí mismos, que necesitan nuestra ayuda y nuestro apoyo.
Y tenemos no solo que ser sensible nosotros, los que tenemos ya una edad madura, sino que tenemos que concienciar a nuestros hijos y nietos a hacer lo mismo. A tener respeto a los mayores, a venerarlos y ayudarlos.
La mayoría de las veces se reciben por internet tonterías y groserías; pero hay otras ocasiones en las que llegan archivos muy buenos. Recibí este que ahora voy a abrir y exponer que hace saltar las lágrimas del más insensible, porque dice unas cosas tan elementales y tan ciertas que creo que es bastante bueno para concienciar a las personas para que cuiden y mimen a sus mayores.
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Publicado en LA VOZ DE CORDOBA el día 26 de Noviembre de 1983
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