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20 noviembre, 2022

EVOCACIÓN PICTÓRICA DE LA MEDICINA RURAL

 

EVOCACIÓN PICTÓRICA DE LA MEDICINA RURAL

Diapo 1             

 (SALUDO a autoridades y compañeros presentes, demás asistentes, tanto en persona como en línea )

         Es para mí un honor que se haya aceptado mi ingreso como Miembro Numerario de esta centenaria Asociación en la que nos podemos encontrar los médicos que además de nuestra profesión, tenemos una vía de escape para poder expresar nuestras emociones y sentimientos, tan numerosos y profundos y ponerlos en común contrastándolos con otros miembros de nuestro gremio.

Diapo 2

         Tal vez –no lo sé- el tema que aporto como discurso de ingreso sea algo poco conocido. Tengo la obligación de hacerlo no solo por haber nacido en ADAMUZ, un hermoso pueblo de la serranía cordobesa, sino porque además y voluntariamente decidí ser Médico Rural toda mi vida, a pesar de haber tenido numerosas oportunidades para haberme ido a una capital de provincia. Soy Médico Rural y me siento orgulloso de serlo. Decidí quedarme en un pueblo porque pensé que allí podría ser más útil a mis

semejantes. Y así creo que ha sido. Es tan satisfactorio el ejercicio de nuestra profesión en el medio rural y tan poco conocido, que hago proselitismo cada vez que puedo, con el objetivo de convencer a nuestros compañeros Médicos de Familia más jóvenes para que se vengan a los pueblos; no solo porque con el déficit generalizado de médicos que sufrimos en España, los núcleos rurales se están quedando sin nuestra atención y también porque a pesar de algunos inconvenientes, que son salvables, su discurrir en el pueblo les dará calidad de vida y les despertarán sentimientos y experiencias desconocidas totalmente por los urbanitas.

Diapo 3

Con este objetivo, esta tarde quiero hacer una semblanza de mi ejercicio profesional trayendo a la memoria algunas escenas y situaciones que he vivido trabajando como médico de pueblo, relacionándolas con el arte. Para ello he

aprovechado la visita a la exposición “Arte y Medicina” que se organizó en 2016, por el Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba en el Palacio de la Diputación Provincial, con el patrocinio del Colegio Oficial de Médicos de nuestra provincia, del que era yo entonces su Presidente. He podido engarzar muchos momentos de mi vida en el pueblo con cuadros de pintores conocidos, que estaban en aquella muestra antes citada, unos con situaciones reales que he experimentado y otros aparentemente sin relación, pero que la visión del cuadro me ha sugerido alguna anécdota vivida.


Diapo 4  

He de decir que mi deseo de estudiante era el poder dedicarme a la investigación una vez terminada la licenciatura. Por ello, el cuadro de Joaquín Sorolla titulado “Retrato de Ramón y Cajal” removió en mi interior, al observarlo, esos deseos de investigación que se vieron frustrados por la inmediata necesitad de tener un sueldo al terminar la carrera. Lo más rápido para conseguir este objetivo era escoger una plaza de medicina general 


en un pueblo. Aunque se puede pensar que investigación y Medicina Rural no se acompañan, no es así. En el pueblo he tenido muchas oportunidades para aplicar la investigación no solo a la clínica sino a variadas actividades de promoción de la salud, epidemiología, sociología, educación sanitaria, salud pública, etc. y publicarlas posteriormente y por supuesto que las he aprovechado.

Diapo 5

Mi enamoramiento de la Medicina Rural ha ido creciendo día a día desde el  primer momento. Estábamos mi esposa y yo cenando en la casa del alcalde, que nos había invitado aquella primera noche de estancia mía como médico en Monturque –hermoso pueblo de la Subbética cordobesa-. Se presentó en esos momentos el 

farmacéutico viejo –que también era consuegro del primer edil- para solicitarme que acudiera a su casa a ver a su nieta recién nacida precozmente, a quien le habían dado el alta en el hospital aquella tarde y estaba aquejada de una dolencia digestiva. Cuando observaba el cuadro “El alquimista” de David Terriers “el joven”, he recordado a aquel anciano boticario enseñándome, al día siguiente, su antiguo laboratorio donde había preparado tantas fórmulas, pastillas, jarabes y pomadas, a la par que, muy contento, me hablaba de la mejoría que había observado la salud de su nieta, que hoy día es Directora del Conservatorio de Música de Antequera.

Diapo 6

Ese mismo segundo día visité en su domicilio al que, pocos días después, sería mi primer fallecido. Llegué a aquella antigua casona en la que a su entrada se agolpaban los vecinos y alrededor de la cama, los familiares, tristes, en silencio, con rostro serio y algunos ojos llorosos, llenos de amor, daban calor humano y cariño al moribundo. 


Eduardo Rosales Gallinas, pintó un cuadro titulado  “Doña Isabel La Católica dictando su testamento” en el que, salvando las distancias de clase, también se aprecia ese sentimiento apesadumbrado y pesimista de quienes rodean más íntimamente a la agonizante. 


 Así mismo el lienzo “Últimos momentos de Cervantes” de Manzano y Mejorado, me trajo a la memoria aquellas visitas a la cabecera de los pacientes, que han sido cotidianas en mi vida.

Diapo 7

Días después, como he dicho, falleció ese buen hombre y descansó en la paz del Señor, ya que llevaba años sufriendo de un mal de orina, como él lo llamaba. Se fue al otro mundo después de haber recibido los “Últimos sacramentos” como lo hace un albañil que ha caído de un tejado, en el cuadro dibujado por Rafael Romero de Torres. La extremaunción a mi paciente  le fue dispensada por un nuevo cura 


que por aquellas fechas había coincidido conmigo en su llegada al pueblo. Las visitas diarias a este enfermo nos unieron en amistad y confianza duraderas. En aquel primer entierro de un paciente, acompañé no solo al difunto y a sus familiares; también el joven sacerdote sintió y agradeció mi presencia y mi apoyo en aquel trance en sus primeros días como pastor de almas.

 

Diapo 8

En el medio rural, los lugares donde hay que atender pacientes no son siempre en nuestra consulta o en la casa del enfermo. En muchas ocasiones he tenido que acudir al campo o a la carretera y también a domicilios que se encontraban en condiciones infrahumanas. Recuerdo, como muy desagradable y nauseabunda esta aventura que me ocurrió un día gris, tormentoso y húmedo, en el que incluso tuvimos que ser rescatados por una grúa que sacó nuestro coche del barrizal que rodeaba las caballerizas o cuadras de una finca, en las que el dueño de la misma había habilitado unas estancias para cobijar allí a una pareja de familiares suyos,  indigentes, que no  tenían donde ir. Eran tan sucias y desaseadas estas personas que convivían con los animales de tal manera que me impresionó la escena que me encontré aquel día al entrar en la oscura habitación donde se hallaba la enferma. Semisentada apoyando su espalda en la pared, que hacía de cabecero de la cama, rodeada de gatos encima del lecho, con un olor que repelía, una suciedad absoluta, el suelo pegajoso y teniendo como sonido de fondo la conversación que ella mantenía con los gatos, avancé en penumbra hacia la paciente.

Fue al llegar a la cabecera cuando me di cuenta de que una gata, de los muchos que había encima de la cama, había parido y tenía sus crías mamando plácidamente colgadas de sus pezones. No pueden ustedes hacerse una remota idea de cómo se desarrolló aquel acto médico domiciliario.

Diapo 9

Esta felina experiencia me vino a la memoria contemplando la pintura de Eduardo Cano de la Peña, titulada “Miguel de Mañara asistiendo a un enfermo”. Yo atendía a una paciente en una cuadra “habilitada” como vivienda, rodeado de mininos y D. Miguel, en el cuadro, lo hace en solitario a la entrada de una cueva.  

Diapo 10

Así mismo, los médicos de pueblo, en ocasiones, tenemos que desplazarnos a campo abierto para atender a alguna persona a quien se han encontrado  caída en el suelo, bien herida, bien sin conocimiento o con la conciencia obnubilada por diversos motivos y 

también, lamentablemente en otros, a levantar el cadáver de alguien que ha fallecido en extrañas circunstancias. En los pueblos estos avisos urgentes se dan con cierta frecuencia. He rememorado las veces que he tenido que acudir a un olivar o a una viña o a cualquier otro lugar de trabajo para atender  un accidente laboral, observando el cuadro de de Francisco de Goya y Lucientes titulado  “El albañil herido”. En la zona rural la mayoría de las personas laboran la tierra y a veces en condiciones extremas y para ello, he querido traer otro cuadro de aquella exposición que lo muestra. Se trata de la obra de Joaquín Sorolla y Bastida “Aún dicen que el pescado es caro”, en el que se denuncia con realismo la dureza de muchos trabajos, en este caso el de pescador.

Diapo 11

Nuestro trabajo también tiene muchas horas felices y anécdotas que nos arrancan una sonrisa y en ocasiones carcajadas que tenemos que reprimir. Recuerdo una en la que acudió a la consulta una joven aquejada de amenorrea, náuseas y asco al ver u oler la comida, desde hacía más de una semana. Hasta entonces, desde su menarquía, sus reglas habían sido muy puntuales. Con mucha discreción y sin querer entrar en pormenores de su  actividad sexual o su estado de compromiso sentimental, le insinué que mientras no se demostrase lo contrario, los síntomas que me describía la delataban como que estaba embarazada. 


 A esta aseveración mía respondió la chica, poniéndome cara de “Mona Lisa” (de Leonardo da Vinci), que “servidora no ha hecho nada”. Como era de esperar, a los pocos meses una hermosa niña aumentaba el censo del pueblo y se sumaba una cartilla más a mi cupo de pacientes.

Diapo 12

         La circuncisión” del Maestro de Sista, me hace sonreír porque recuerdo algunos momentos alusivos a esta pequeña intervención quirúrgica tanto en niños como en adultos. Últimamente la he recordado con alguien muy próximo a mí. En una revisión rutinaria a  mi nieto más pequeño, en la consulta de niño sano, al decirle el pediatra que le mostrara su “pitillo” para ver si tenía fimosis, él muy serio y mirándose a esa zona, a la par que se la tapaba con sus dos manitas, movía 

 la cabeza de un lado a otro, negándose a hacer lo que el galeno le solicitaba, mostrando una sonrisa previa al llanto. Eso mismo me lo han hecho muchos pequeños a lo largo de mis años de ejercicio, en los que en numerosas ocasiones y temporadas, también he tenido que atender niños; algo muy habitual en el medio rural por la ausencia de pediatra.

Diapo 13

El cuadro de Luis Jiménez Aranda, titulado “Una sala de hospital durante la visita del médico en jefe” hizo que recordase momentos de mi ejercicio profesional y también de mis tiempos de alumno interno de la Cátedra de Patología Médica, los días en que, tal y como se ve en la pintura, acompañábamos al catedrático a pasar sala, en el Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla, construido antes del Descubrimiento de América y que ha sobrevivido hasta nuestros días, si bien ahora tiene una utilidad política al ser sede del Parlamento Andaluz. Precisamente el actual Presidente del mismo es un médico de familia rural que me acompañó durante dos décadas en Fuente Palmera,  pueblo donde aún continúo ejerciendo y que también fue Presidente de este Ilustre Colegio de Médicos.

Pero este cuadro, también me hizo rememorar la antigua costumbre que existía en los pueblos de llamar a consultas a otros médicos de la comarca o de la capital cuando el diagnóstico no estaba claro o el pronóstico no gustaba a los familiares. Eran estos quienes, con el consentimiento del médico de cabecera, se encargaban de llamar a un reconocido especialista para que, en compañía del médico del pueblo, vieran al enfermo y de común acuerdo instauraran un tratamiento o comunicaran un cambio en el pronóstico de la enfermedad que aquejaba a su familiar.

Diapo 14

Aún hay  personas que se cuestionan la peligrosidad de nuestra profesión. ¿Tan peligrosa es? –se preguntan los más escépticos. Y tanto que lo es, ya no solo por las agresiones que te pueden inferir personas descontentas o disconformes con el sistema sanitario y la pagan a palos con el primero que se encuentran, sino que también hay otras situaciones en las que peligra incluso tu vida y que recordé apreciando el cuadro “El padre Jofré protegiendo a un loco” de José Sorolla y Bastida. 

Visitábamos en una aldea, a domicilio y en equipo, psiquiatra, enfermera y  yo, como médico de la familia, a una mujer esquizofrénica que estaba muy agitada y era preciso ingresarla, para lo que previamente había que tranquilizarla mediante la inyección de un sedante que llevaba preparada la enfermera. La paciente se negó violentamente, deshaciéndose de los familiares que intentaban convencerla para que se dejara pinchar. Tras repetidos intentos y ante su insistente negativa, como yo era su médico y tenía más confianza con ella, dije a los demás que me dejaran intentarlo a solas. Me dirigí a la cocina, adonde  se había refugiado tras las discusiones anteriores y la encontré de espaldas, delante del fregadero con algo entre las manos que yo no alcanzaba a ver. Me acerqué a ella hablándole suave y tranquilamente cuando de repente se volvió hacía mí a la par que colocaba en mi cuello un largo y puntiagudo cuchillo de cocina. Me quedé inmóvil, sin palabras, mientras sentía la presión de la punta del arma en mi yugular.

–Don Bernabé –me dijo- no quiero hacerle daño, pero déjeme usted tranquila si no quiere que le corte el “pescuezo”.

Entendí el mensaje, me retiré con cuidado sin darle la espalda y salimos de la casa.

Diapo 15

Al día siguiente, tuvo que ser reducida por la Guardia Civil con una orden judicial para ser trasladada a la Unidad de Agudos del  Hospital Provincial. Precisamente, con la Benemérita los médicos rurales tenemos una especial connivencia y son muchos los episodios vividos en colaboración mutua. Tantos, que incluso llegan a darte el título de “Guardia Civil Adoptivo”.

Diapo 16

Había otras situaciones en nuestro trabajo que no conllevaban peligro alguno que no fuese el contagio por alguna enfermedad que hubiera padecido en vida  el cuerpo inerte que reposaba en la fría losa de mármol donde teníamos que hacer las autopsias a aquellos vecinos que, voluntaria o involuntariamente, habían tenido en su vida un final traumático. Tres cuadros de aquella exposición me traían esos recuerdos: Uno era el retrato que la presidía, pintado por Julio Romero de Torres, titulado “Dr. D. León Torrellas Gallego” y que se puede ver permanentemente en Córdoba en el museo del pintor. En el mismo, se puede contemplar al insigne Profesor delante de un 

cadáver. El Dr. Torrellas fue el primer Presidente del Colegio de Médicos de Córdoba y yo, en el momento de la exposición coincidía que era el último Presidente. El otro  cuadro titulado “Anatomía del corazón (y tenía corazón)” de Enrique Simonet Lombardo, me retrotraía al momento en el que sacábamos el corazón de la caja torácica del fallecido durante la realización de las autopsias. La pintura rotulada como “Laparotomía” del pintor costumbrista Vicente Castell Domenech, salvando distancias y no sé por qué razón, me lleva a recordar también 
aquellas necropsias que como Médicos Titulares nos
correspondía hacer o ayudar a realizarlas al médico forense, con el inestimable apoyo del enterrador, que contrastaba con la presencia en el cuadro, de tantos ayudantes, incluso con la presencia de una religiosa.

Diapo 17

La visión del “Martirio de San Lorenzo” de Valentín de Boulogne, sin tener relación alguna con aquellas experiencias, sin embargo, me evocó la impresión que me he llevado al menos en dos ocasiones. La primera fue a los pocos meses de estar ejerciendo en mi primer pueblo y la última pocos días antes de jubilarme. En ambas se repetía la angustiada llamada de auxilio de vecinos para que urgentemente acudiera a casa de un señor que estaba muy grave y cuando 

llegué a sendos domicilios me los encontré a ambos, de similar guisa: extendidos en el suelo, en decúbito supino, fláccidos y sin consciencia ni signos de vida. Aquellos cuerpos extremadamente obesos, inmóviles, casi desnudos, no respondían a ningún estímulo y no conseguí recuperarlos ni con adrenalina ni masaje cardíaco. Demasiados factores de riesgo durante demasiado tiempo, desembocaron en aquellos cuadros.

Diapo 18

         Había compañeros en los pueblos, que además de todas las tareas que teníamos encomendadas los Médicos Titulares desde los remotos tiempos de Alfonso X “El Sabio”, se dedicaban a realizar la función de otros profesionales que no existían en el municipio. El caso al que me quiero referir es el de los compañeros que hacían de dentistas. 

El cuadro de Theodor Rombonts, titulado “El charlatán sacamuelas” me facilitaba el recuerdo de aquellos colegas que conocí en pueblos cercanos al mío, que aliviaban el dolor de los aldeanos que acudían a ellos a cualquier  hora del día o de la noche,  cuando las caries de aquellas maltrechas bocas, les provocaban un malestar insoportable. La extracción era siempre la solución al sufrimiento, seguido del agradecimiento del paciente.

Diapo 19

         Vinculando dientes con comida y comedor, había un cuadro en aquella exposición que me hizo recordar una anécdota graciosa llena de candidez y humildad. Se trata de la pintura “San Hugo en el refectorio de los Cartujos” de Francisco de Zurbarán. En algunas ocasiones, las visitas domiciliarias a los pacientes tenían una compensación nutricional “in situ”. Al mediodía, en verano y en Andalucía el que te ofrezcan una cerveza y una tapa, después de visitar a un enfermo, es algo muy de agradecer.  En una ocasión, después de terminar de atender a una enferma en su domicilio fui descubierto por un vecino de la misma, tomándome un refresco en el comedor de aquella casa. Al salir de la vivienda, el colindante me estaba esperando en la calle y me preguntó si yo le aceptaría una invitación similar la próxima vez que me requiriera para ir a su domicilio.  Acepté, como hay que hacer siempre en los pueblos cuando te ofrecen algo, y no tardaron en llamarme pocos días después. Al terminar aquella visita, me tenían

preparada una cerveza y un plato con rodajas de embutidos. No había nevera en aquella humilde casa y es de suponer cómo estaban las viandas, de las que solo probé dos o tres piezas. La misma escena se repitió en sucesivos y frecuentes avisos, en los que yo iba viendo cómo se diferenciaban unas rodajas de otras, tanto en brillo, rugosidad, sudor y en la aparición de moho, que escapaban a la vista de los cataratosos ojos de aquella buena pareja. De tal manera, llegada una tercera o cuarta ocasión no tuve más remedio que inventarme el reciente diagnóstico de una úlcera gástrica que me impedía tomar ni alcohol ni embutidos. Este humildísimo matrimonio de ancianos quería agradecerme y agasajarme, pero no eran conscientes de que los embutidos son perecederos y no veían el moho que les iba saliendo a los que yo no me había comido en ocasiones anteriores. Los guardaban en el aparador y los volvían a sacar en la siguiente ocasión que me llamaban para visitarlos en su casa, añadiéndoles algunas rodajas nuevas.

Diapo 20

Hay un cuadro de aquella exposición: “El año del hambre en Madrid” de José Aparicio e Inglada, que muestra la cara solidaria de la gente sencilla y la implicación de los médicos en momentos de zozobra social.  

Es preciso recordar ahora cuál fue el origen de lo que hoy día es la Fundación de Protección Social de la Organización Médica Colegial de España, que nació gracias a la iniciativa solidaria y protectora de los médicos madrileños tras la devastadora pandemia de gripe de 1918 que esquilmó a nuestra profesión y dejó en la miseria a numerosas viudas y huérfanos a quienes había que ayudar. Aquel proyecto se extendió por toda España y sigue vivo hasta nuestros días, con un incremento y actualización de sus prestaciones año tras año. Precisamente mañana y pasado celebraremos en Córdoba el vigésimo aniversario de la creación del PAIME (Programa de Atención Integral al Médico Enfermo), que es una de las prestaciones estrella de nuestra Fundación.

Diapo 21

Otro cuadro, “Vacunación de los niños” de Vicente Borrás Abellá, evoca los tiempos en los que Médicos y Practicantes Titulares nos desplazábamos todos los años en dos o tres ocasiones a escuelas y colegios, una de ellas para vacunar a los niños y

facilitar así el cumplimiento del calendario vacunal y en otra ocasión realizábamos el mismo recorrido por los colegios del municipio para hacer los reconocimientos médicos escolares, en los cuales detectábamos precozmente muchas anomalías. Así mismo acudíamos siempre que nos llamaban para dar alguna charla. Algo que no tiene nada que ver con los programas de Educación para la Salud que por mi cuenta implementé durante varios cursos en la Colonia de Fuente Palmera.

 

Diapo 22

         Quiero terminar sintetizando, resumiendo y actualizando algunos de los sentimientos que a pesar del tiempo transcurrido, siguen vivos en mí.

         La Medicina Rural, ejercida genuinamente hoy, es muy diferente a esta que yo he descrito, recordado y añorado, paseando por aquella exposición de pintura que mañana, casualmente, hará seis años que se clausuraba. La medicina rural del presente se nutre de la ciencia y de los adelantos contemporáneos, pero vocacionalmente mantiene los valores de antaño.  Aún así es percibida, por quien no la conoce bien, como una rama
menor de la ciencia médica. Craso error, en nada parecido a la realidad. Hay que vivirla en primera persona, sentirla, sufrirla y disfrutarla, para poder opinar sobre ella. Es un trabajo muy sacrificado pero muy gratificante. Es una manera de ser, sentir, experimentar y vivir. Conforme va pasando el tiempo ejerciéndola y conociéndola de primera mano, te vas dando cuenta de que nuestra profesión te captura, te engancha, pero no todo el mundo lo aprecia de esta manera.

         En el ejercicio de la Medicina Rural con talante de continuidad y permanencia en el mismo destino, alternan el encanto y la satisfacción con la incertidumbre; las vivencias con el agotamiento al final de la jornada; las prisas y la inquietud en algunos momentos críticos de urgencia vital con la satisfacción de oír palabras de agradecimiento y comprensión por parte de pacientes y familiares. El descanso a última hora, después de un día agotador en el que progresivamente el cansancio se ha ido apoderando de ti, es compensado con la alegría que observas en tus hijos y tu esposa cuando entras en casa. Las reuniones con tus amigos, que poco a poco van aumentando entre tus pacientes, quienes cuando los visitas en su domicilio te agasajan y honran porfiando a ver quien lo hace mejor contigo. Con todo esto vas viendo y sintiendo cómo se incrementa el cariño que te tienen. Por eso mismo no te cuesta trabajo, ni seguir estudiando en los pocos momentos libres que te puedas encontrar, ni levantarte a cualquier hora de la madrugada e incluso salir a la calle: porque te levantas de la cama para ir a atender a una persona que te necesita, que conoces, que aprecias, que es tu amigo. Esa
indescriptible satisfacción que sientes cuando al cabo de muchos años, te recuerdan que un día salvaste la vida a su hijo, que aseguraste su matrimonio maltrecho a causa del alcoholismo de la esposa, que facilitaste el acceso a un trabajo a su hija, que aconsejaste a su niño adolescente, dándole confianza de igual a igual que le marcó positivamente el resto de su vida, etc., etc. Pues esa satisfacción y orgullo de haberlo hecho, eso… eso… no tiene precio.

Diapo 23

Muchas gracias.

10 agosto, 2022

Adiós a la cultura del esfuerzo

 Adiós a la cultura del esfuerzo

Artículo del Dr. Francisco Martín Ros

Aparecido en el Diario Sanitario

“Ataúlfo, Sigerico, Walia, Teodoredo, Teodorico, Turismundo, Eurico y Alarico”. Esta es la famosa y denostada lista de los Reyes Godos que tanto “sufrimiento intelectual” nos ocasionó a los de mi generación y que a partir de ahora queda prohibida, o casi, su memorización.

Ni la lista de los Reyes Godos ni el número «pi»

La lista de las preposiciones, los ríos españoles que desembocan en el mar Cantábrico, el valor del número “pi” o recordar los poetas de la generación del 27, pueden pasar a engrosar la lista negra de lo que no deberá retenerse en la memoria.


Esta semana he comprobado con pasmo como una licenciada superior desconocía quien fue Winston Churchill. Se está haciendo hincapié en lo que no es necesario saber, en lo que no debe memorizarse, pues todo está en los libros, o en internet, y basta teclear para obtener la información deseada.

Se insiste en bajar el nivel de conocimientos que cada vez será menos evaluado, y por tanto menos exigente. Me pregunto dónde está el límite, si es que hay alguno. Porque si los ríos de España, los Reyes de la dinastía de los Habsburgo, las capitales de los países de Europa o la fórmula para calcular el área de un triángulo no son elementos básicos de cultura general que hay que saber, y por tanto memorizar alguna vez en la vida, el contenido de las materias académicas quedará mutilado y herido de gravedad.

Ahora se habla mucho de la madurez intelectual del alumno como elemento más importante a evaluar. Pues bien, díganme ustedes qué madurez podrán alcanzar aquellos a los que no se les exigen esfuerzos memorísticos, no se les puede suspender para no socavar su autoestima y no pueden repetir curso por mucho que lo merezcan para evitar así estigmatizarlos injustamente.

Solo sabemos lo que sabemos de memoria

Se está demonizando la memoria -salvo la que interese ideológicamente-, y desde las más altas instituciones se propone evitar la aparición de la fatiga y de la ansiedad consecuentes a la cultura del esfuerzo.

La madurez -o sea, la pérdida de la inocencia- es aceptar que para crecer es necesaria cierta dosis de dolor y una adecuada actitud para superarlo.

Y para terminar recuerden algo que nadie podrá refutar y que no es otra cosa que solo sabemos lo que sabemos de memoria.

24 julio, 2022

Razones para rotar los médicos de familia por las zonas rurales (Artículo en su Bñlog del Dr. Angel Lopez Hernanz, del 16 de noviembre de 2017)

Razones para rotar los médicos de familia por las zonas rurales 


Razones para rotar los médicos de familia por una zona rural #MIR

Cuando pensamos en la figura de un médico, lo primero que se nos viene a la memoria es el médico del pueblo que nos atendía de niños o que veíamos atender a nuestros familiares cuando íbamos al pueblo de nuestros abuelos de vacaciones. La figura del médico rural, al servicio de la población 24 horas al día era lo habitual de otros tiempos y conserva todavía un cierto romanticismo en nuestra sociedad y sigue siendo, allá donde todavía existe, tan identificable como imprescindible.
 
Hay muchos que piensan, entre los que me incluyo, que la medicina rural es una disciplina propia y diferenciada dentro de la medicina de familia o generalista, porque el médico rural conserva y mantiene las características esenciales de la especialidad de medicina familiar y comunitariaatención integral, continuada y atención a la familia y la comunidad con competencias de transversalidad reales y que en el caso de la medicina rural rebasan los límites de nuestra disciplina y se desarrolla en todas las especialidades en unas condiciones de aislamiento, escasez de recursos y carga de trabajo.
 
Además los médicos rurales, que como yo, deciden vivir con sus familias en el mismo pueblo que sus pacientes, desarrollan un arraigo en su sociedad y conocen a sus pacientes extremadamente bien, pero también a sus padres e hijos y quizás a sus abuelos y algún bisabuelo, conocen las relaciones que hay entre ellos y donde viven, su situación laboral y económica y hasta sus redes sociales de apoyo, su forma de enfermar, como transmiten sus síntomas y la importancia de lo que van a consultar dependiendo de quién los acompañe a la consulta. Conocen el modo de enfermar de su comunidad, que es una comunidad definida y concreta, suelen ser los referentes para todos los temas de salud de la comunidad, implicándose a largo plazo en las costumbres y valores de la comunidad donde trabajan y viven, a pesar de las dificultades que en este asunto suelen encontrar. Desde esta situación privilegiada se puede realizar una promoción de la salud y prevención de la enfermedad a través de la propia figura del médico rural y su familia
Al convivir entre sus vecinos, se realiza de forma proactiva y natural actividades comunitarias que actúen positivamente en la salud comunitaria. En esta situación de convivencia también se desarrollan otras características más allá de la propia relación laboral y se asume la continuidad y longitudinalidad de la asistencia de forma práctica. 
La relación médico paciente en éste medio es más estrecha y tiene unas características específicas sin llegar a ser paternalista, como quizás pueda verse desde el exterior, influyen también en esta relación las propias relaciones de amistad, vecinales y hasta familiares (con la pareja y los hijos del médico).El médico rural es respetado y valorado con generosidad por sus pacientes y es una figura cardinal en la vida de su pueblo o comarca.
 
Por tanto los médicos internos residentes de la especialidad de medicina familiar y comunitaria es necesario que roten por una zona rural y teniendo en cuenta las consideraciones expuestas anteriormente, por las siguientes razones:
  1. Cualquier médico que desee trabajar en el sistema público de salud, debe conocer todas las condiciones de asistencia en los diferentes ámbitos de su red asistencial, una parte importante de esta asistencia sanitaria de atención primaria se realiza en zonas rurales. Conocimiento del trabajo en el medio rural.
  2. La atención primaria es la primera línea de atención en sanidad pública y debe estar preparada para cualquier cosa, entre ellas la atención en una zona aislada y solitaria de un consultorio local en una zona rural. Polivalencia.
  3. La especialidad de Medicina de Familia es la que se cubre con mayor dificultad en la oferta de plazas de la oposición MIR, y la oferta laboral de en zonas rurales se suelen cubrir con mayores apuros, por lo que es necesario que se conozca desde los estudios de pregrado y durante la formación específica de la especialidad de medicina familiar y comunitaria que los alumnos y médicos en formación conozcan de forma directa la medicina rural, para después poder elegirla, conociendo sus características propias incluidas las remuneraciones económicas. Conocimiento del medio rural.
  4. La medicina rural es una disciplina propia y diferenciada dentro de la medicina de familia porque conserva y mantiene las características esenciales de la especialidad de medicina familiar y comunitaria, eso es comprobable in situ cuando el médico residente pasa consulta en los consultorios rurales. Características propias.
  5. La continuidad de la asistencia a lo largo de la vida de las personas característica fundamental del médico de familia son propias del medio rural y podrá ser valorada en esta rotación. Conocimiento de los pacientes a lo largo de su vida.
  6. Las  funciones que definen al médico de familia: atención integral, continuada y atención a la familia y la comunidad, son más fácilmente aplicables en el ámbito rural. Esta continuidad no sólo se extiende lo largo del tiempo, sino a un conocimiento exhaustivo del entorno que permite el carácter integrador del médico de familia. Conocimiento del entorno a lo largo del tiempo.
  7. El residente debe ser capaz de afrontar tareas clínicas y ajustar los protocolos ideados para un equipo de atención primaria, a una situación en condiciones de soledad como la que viven los médicos rurales. Trabajo en solitario.
  8. La relación médico paciente tiene unas características propias y diferentes en la medicina rural, conocida por todos, pero solamente identificables cuando los jóvenes médicos rotan por los consultorios locales y visitan los domicilios de los pacientes y que se pierden los que no la realizan. Relación más allá de la de médico-paciente estrecha y diferente.
  9. En la rotación rural el residente podrá observar, en algunos casos, como la medicina rural no es sólo un trabajo, ayuda a madurar como persona ya que el médico rural está marcado por el entorno en el que se desenvuelve siendo la medicina rural una forma de vida dentro de la comunidad. Forma de vida.
  10. La atención a la comunidad y la educación para la salud son más fácilmente adaptables en poblaciones uniformes y estables con actores sociales y vecinales reconocibles, como ocurre en los pueblos, esto permite al residente en la rotación rural organizar charlas o talleres, así como favorecer su interacción con la comunidad e integrar la educación sanitaria como una tarea fundamental de su ejercicio. Atención a la comunidad y educación para la salud diaria y establecida de forma natural.
  11. Práctica fuera de las áreas urbanas donde por su localización obliga a los médicos de familia a tener o adquirir conocimientos u otras habilidades no habituales en áreas urbanas, sin problemas de accesibilidad, atendiendo a todos los grupos de edad en una misma consulta pudiendo adoptar los diferentes roles de los profesionales que trabajan en su ámbito. Manejando todos los problemas de salud que se les presenten, cartera de servicios amplia, la actividad domiciliaria es una parte muy importante de su actividad diaria. Polivalencia y multitarea.
  12. El residente podrá comprobar in situ que ya no es ejercicio solitario y romántico de antesConectados con las TICs.
         
Foto de Eugene Smith/Life
Dr. Ernest Ceriani. Médico Rural. 1948
Biografía consultada:

04 julio, 2022

¿Por qué, en Argentina, el 4 de Julio se celebra el DIA DEL MÉDICO RURAL?

https://www.filo.news/actualidad/Por-que-el-4-de-julio-se-conmemora-el-Dia-del-Medico-Rural-20200703-0070.html




Es en homenaje al natalicio del Dr Esteban Laureano Maradona, conocé en esta nota su fascinante y altruista vida.

¿Por qué el 4 de julio se conmemora el Día del Médico Rural?

¿Por qué el 4 de julio se conmemora el Día del Médico Rural?

Esteban Laureano Maradona fue un médico rural símbolo de austeridad y humildad toda su vida, la cual dedicó al cuidado de los otros, como así también, su contribución al estudio de la flora y la fauna, su apoyo a las comunidades indígenas, sus artículos de medicina, y su desprejuiciada contribución para la cultura y los derechos de los trabajadores.

Este médico rural, naturalista, escritor, filántropo argentino, nació en Esperanza, un pueblo de la provincia de Santa Fe, un 4 de julio de 1895. Pero pasó la mayor parte de su vida en una remota localidad de Formosa, por un acto del destino que lo puso ahí, y lo signó a ser el médico más querido del pueblo “Estanislao del Campo”.

Pero antes de todo eso, vayamos a su infancia, creció en una familia acomodada, rodeado de naturaleza. Una vez terminado los estudios secundarios se trasladó  a la gran Buenos Aires para estudiar medicina, se recibió en 1926 en la UBA y abandonó la capital federal en 1930, donde se dirigió a Resistencia, Chaco, y se instaló allí junto a su consultorio médico.

Viajó a la Isla del Cerrito, donde la lepra inundaba las calles, y pregonó la instalación de un lugar para poder asistir a los enfermos. Allí publicó numerosos artículos en “La Voz del Chaco” el periódico local acerca de la  lepra, la  lactancia e incluso sobre los alcances de la Ley 9.688 que hacía referencia a los accidentes de trabajo y dónde se gano la enemistad de los empleadores, ya que ayudaba e instaba a los empleados a defender sus derechos laborales. También hablaba en contra del gobierno de facto de José Félix Uriburu, lo cual hizo que fuera perseguido por el régimen.

Partió rumbo a Paraguay donde se iniciaba la guerra del Chaco Boreal y allí pudo ofrecer sus servicios de médico. Estuvo preso por algunos meses acusado de espionaje. Tras recobrar la libertad ejerció la medicina en el Hospital Naval, donde lo designaron director.

En Paraguay se enamoró de Aurora Ebaly, una chica de 20 años que falleció a causa de la fiebre tifoidea. Hecho que le ocasionó tanto dolor, que nunca más volvió a enamorarse.

En  1935,  más precisamente un 2 de noviembre, decidió volver a Argentina para instalarse en la ciudad donde pondría su consultorio, pero nunca llegó. Ya que el tren en el que se disponía hacer el trayecto tuvo una parada de emergencia en la localidad de Formosa, a la altura del  KM 234 del Paraje de Guaycurú, donde oyó una voz desesperada  que pedía ayuda para una mujer que se encontraba en trabajo de parto desde hacía varios días con muchas complicaciones, Maradona lo recordaría tiempo después:

“Un grupo de personas preguntaba a voz en cuello si algún pasajero se animaba a asistir a una parturienta en estado de gravedad. Tomé mi maletín y me subí a un sulky, de las riendas tiraba una mujer cincuentona. El parto fue difícil. La parturienta en verdad estaba grave. Se llamaba Mercedes Almirón y a mano saqué a esa criatura, una nena”. Dijo el médico santafecino.

Ese pueblo recóndito de Formosa llamado Estanislao del Campo  solo contaba con 2 médicos y un veterinario, que también, mediante un permiso especial y a vistas de la falta de especialistas, asistía de vez en cuando a personas. Hizo que el doctor se replanteara su decisión de viajar a la gran ciudad, y entendió que sus conocimientos iban a ser más necesarios en ese lugar, en donde no había nada y en el que finalmente residió hasta los 90 años.

Dr Maradona en el pueblo dónde vivió la mayor parte de su vida.

Vivió en un rancho sin luz eléctrica, por elección y sin ninguna pretensión, solo lo necesario para subsistir y brindó servicios de manera gratuita, apoyó y aportó a las comunidades indígenas  desde sus servicios así como también ayuda económica, cultural y humana. Y realizó grandes aportes al conocimiento de las colectividades del Noroeste Argentino.

Rancho donde residia el Dr Estebán Maradona.

Pero no fue fácil al principio, según un extracto del programa “Historias de la Argentina Secreta” de (1986) Esteban dijo:

"Cuando yo llegué empezaron los problemas. Todo esto era monte, solo había cuatro o cinco ranchos y estaba todo rodeado de indios, que por otra parte me querían matar. Tanto que uno de ellos, que era famoso, me agarró de las solapas y me sacudió, amenazándome. Pero nunca les tuve miedo ni me demostré asustado. Y no por dármelas de valiente. Sino porque  soy así nomás. Pero con la palabra dulce y la práctica de la medicina, tratando las enfermedades, dándoles tabaco y consiguiéndoles ropas, las cosas fueron cambiando. Así los traté hasta hoy. Me remangué, me metí en el monte sin ningún temor, arriesgando mi vida y también mi salud.

A lo largo de su vida escribió y publicó varias obras científicas sobre antropología, flora y fauna de la región y artículos de medicina. Renunció a todo tipo de honorarios y premios materialistas.

En varias oportunidades fue nominado para el premio Nobel del cual siempre se refirió:

"No quiero recibir el Nobel. Y si me obligaran, donaría todo el dinero para la niñez. Porque, una vez que yo parta, no quiero que quede un solo chico sin saber leer, escribir y sin atención médica. Ellos son los verdaderos dueños del país”.

Hoy en día más de 20 libros de su autoría esperan ser publicados por el Congreso Nacional Argentino para ser donado a las bibliotecas públicas del país.

En 1986, enfermó a la edad de 90 años y decidió viajar a la Ciudad de Rosario, donde vivía un sobrino/nieto. Llegó en muy malas condiciones, por lo que fue hospitalizado de urgencia. Una vez recuperado y dado de alta se quedó a vivir con la familia de su sobrino hasta el día de su muerte, un 14 de enero de 1995,  los 99 años.

“Si algún asomo de mérito me asiste en el desempeño de mi profesión, éste es bien limitado, yo no he hecho más que cumplir con el clásico juramente hipocrático de hacer el bien a mis semejantes”. Dijo alguna vez con sentida humildad.

Es por eso que en recuerdo de su vida ejemplar, que se une a la de todos los médicos rurales Argentinos, y mediante la ley 25.448, se declaró el Día del Médico Rural, el mismo día en el que nació este altruista ejemplar llamado Esteban Laureano Maradona.

05 abril, 2022

LA MEDICINA RURAL: Una opción seductora para los médicos jóvenes

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LA MEDICINA RURAL: Una opción seductora para los médicos jóvenes


La medicina rural por Bernabé Galán, médico rural.

LA MEDICINA RURAL: Una opción seductora para los médicos jóvenes

Dr. Bernabé Galán. Médico de Fuente Palmera


“Confieso que he vivido”, como diría Pablo Neruda. Confieso que soy Médico de pueblo por convencimiento progresivo y evolucionado con el tiempo. Desde el primer momento en que viví el ejercicio de la Medicina Rural me sentí seducido por ella. Hoy día, después de 47 años ejerciéndola ininterrumpidamente, sigo disfrutando como el primer día.

Conocí el encanto de trabajar como Médico de Familia, antes de que existiera el Ministerio de Sanidad, la Reforma Sanitaria de la Atención Primaria e incluso de nuestra especialidad. Precisamente entonces, en nuestra nómina como Médicos Titulares, se nos calificaba como Médicos de Familia, antes de llamarnos Médicos Generales y después Especialistas en Medicina de Familia y Comunitaria. El Médico Titular era un adelantado de lo que después, con la Reforma Sanitaria, fueron los EBAP (Equipos Básicos de Atención Primaria). Eran tiempos en los que el Médico, en el pueblo, hacía de todo: Además de atender en consulta y urgencias, también tenía que atender partos, inscribir en el Registro Civil, hacer autopsias, inspecciones a establecimientos comerciales, industriales, alimenticios, talleres, etc., emitir cédulas de habitabilidad de las viviendas, autorizaciones de apertura de negocios, reconocimientos de quintos, inspecciones medico-escolares, atención a funcionarios de las Fuerzas Armadas y de la Administración Local, atender a los pobres e indigentes de Beneficencia Municipal, pequeñas intervenciones quirúrgicas, promoción de la salud, educación sanitaria, salud pública, estadísticas y por supuesto prestación de servicios a la Seguridad Social y coordinación con los otros sanitarios locales.

Para realizar lo anterior teníamos todo el tiempo del mundo: 24 horas al día, 7 días a la semana los 365 días del año. Eras responsable absoluto de lo que ocurriera en tu demarcación. Incluso para irte de vacaciones o ausentarte del pueblo, además de la autorización de la Jefatura Provincial de Sanidad, tenías que obtener el visto bueno del alcalde del pueblo.

Repito, que a pesar de todos los “inconvenientes” que podíamos tener yo me encontraba feliz en mi destino y añoro –a lo mejor es por echar de menos la juventud física- aquellos tiempos, en los que tenías mayor autonomía, eras reconocido no solo por los vecinos sino también por la Administración y  tenías bastante tiempo para poder estudiar y mantenerte al día, eso sí, a costa de tu bolsillo.

En 1984, el médico, sociólogo y escritor británico Julián Tudor Hart escribía en la revista “Atención Primaria” (y yo lo suscribo y siempre lo he dicho) que en el nuevo médico rural “se combinan las aptitudes clínicas con las aptitudes de la medicina de las poblaciones, con suficiente lealtad hacia sus pacientes para quedarse en su plaza y realizar su trabajo hasta el final”.

Poco antes de finalizar el siglo pasado, en noviembre de 1996, celebramos en Granada un Congreso Internacional de Medicina de Familia y Comunitaria, organizado por SEMFYC, en el cual se desarrollaría una mesa a la que se le dio mucha importancia, ya que en ella se tratarían ponencias sobre Medicina Rural. Un año antes habíamos organizado un grupo de Medicina Rural dentro de esta Sociedad Científica y los ponentes de dicha mesa éramos algunos compañeros del citado grupo. Mi ponencia se denominaba “Medicina de Familia en el Medio Rural en el siglo XXI”.

Estábamos convencidos en aquel momento que la Medicina Rural tenía un futuro esperanzador. Nada parecido a lo que está ocurriendo ahora. Nuestra misión entonces era entusiasmar y convencer a nuestros compañeros para que acudieran a trabajar a los pueblos. La Medicina de Familia, en ese medio,  era desconocida y poco valorada y los nuevos Médicos de Familia tenían que conocer las características y los atractivos que la diferenciaban de la del medio urbano. La vida en el medio rural tiene, para el médico, una serie de características que le hacen ser el genuino médico de familia.

Para mí un Médico Rural es aquel médico que atiende a las personas de una manera integral y con continuidad, en su entorno familiar y social. La linealidad, la integración y la participación del tejido social en la atención sanitaria son fundamentales en la eficiencia de su ejercicio profesional que, hasta que llegó la Reforma Sanitaria, realizaba con mucha precariedad de medios.

Como complemento de lo anterior ha de conocer bien el medio ambiente y los riesgos atribuibles a sus características, así como ser consciente de los valores, actitudes, costumbres, creencias y tradiciones de los vecinos. En ocasiones algunas de las patologías que sufre la población están relacionadas con estos aspectos de la vida cotidiana.

Por ello, el ejercicio profesional del médico en el pueblo tiene unas diferencias con la de quien ejerce en la ciudad. Como ventajas o razones positivas diré que la satisfacción de los pacientes es superior con los rurales que, con los urbanos, aunque no significativa, ya que la consideración que se nos tiene a los Médicos de Familia es muy elevada. Por ello la relación médico-paciente, las técnicas de entrevista y la atención a la familia son diferentes debido a la idiosincrasia del medio rural. Suelen ser personas sencillas, humildes, modestas, comprensivas y podríamos decir sin desestimación alguna, que generalmente son más dóciles y obedientes a nuestros consejos.

Estas últimas características facilitan la tarea a quienes, como a mí, les apasiona la Educación para la Salud, la promoción de la misma, la relación y atención a la comunidad y por supuesto la identificación de los líderes sociales, de quienes echar mano cuando se quiera implementar cualquier proyecto saludable. Su labor difusora es imprescindible, ya que hoy día manejan no solo el “boca a boca” sino todo tipo de redes sociales.

Algo que me ha llamado siempre la atención es la actitud ante la muerte y la enfermedad que tienen en el medio rural, diferente a la del urbano y también esta varía según la distancia que hay hasta el hospital y de lo aislado que esté el pueblo, así como de las comunicaciones. La objetividad ante la realidad, la resignación ante lo evidente, la filosofía de vida de las personas que viven en pueblos es admirable y aún más mientras más pequeños sean los núcleos de población.

Para mí, todo lo anterior han sido ventajas o algo positivo que quisiera invitar a sentir a quienes lo desconocen.

También hay una serie de desventajas o razones negativas que pueden ahuyentar a los posibles candidatos a ejercer en pueblos.

Lo que antiguamente era un obstáculo para muchos, al tener que estar de servicio permanente las 24 horas, –reconozco que para mí no lo era- se solucionó con la Reforma de Atención Primaria, estableciéndose horarios y turnos de guardia. De esta manera dependía de la voluntariedad de cada uno el permanecer viviendo en el pueblo si te apetecía.

Pesa mucho el aislamiento profesional, formativo, cultural, social y familiar. En los tiempos que corren, se palia con las modernas comunicaciones, si bien suponía un sacrificio y un coste económico extra, amén de molestias, tener a tus hijos fuera del domicilio familiar para poder estudiar, no poder asistir a muchos actos culturales que se celebraran en la capital, el estar en contacto físico con otros compañeros de tu profesión y amigos y un largo etc.

Aunque no es relevante, ya que el Médico de Familia está preparado y formado para poder atender a las personas desde que nacen hasta que mueren, hay algo bastante generalizado cual es la ausencia de pediatras en los centros de salud rurales con lo que el médico de familia ha de hacerse cargo de la atención infantil.  


Pero estos inconvenientes eran contrarrestados por una serie de
 ventajas y razones positivas que pueden ser atractivas para convencer a los jóvenes a venirse al medio rural.

En el pueblo te das cuenta de tu pluripotencialidad. Hasta que no te encuentras solo, inmerso en esa aventura –y eres joven para vivirla e incluso disfrutarla- no eras consciente de muchas de tus capacidades.

Poco a poco te vas dando cuenta de que tu relación con los pacientes, con tus vecinos, es cada día más satisfactoria en ambos sentidos, lo que favorece la atención. Y esa satisfacción va aumentando conforme pasa el tiempo y cuando te das cuenta eres un referente de la linealidad en Atención Primaria. Eso de llegar a conocer y que te conozcan cinco o seis generaciones familiares es algo que hay que conocer y vivir para saber de qué se trata, cómo se disfruta y cuánto te ayuda en tu labor.

Tienes una mayor autonomía y facilidades para organizar tu trabajo clínico y preventivo y para realizar proyectos relacionados con la salud pública, promoción de la salud y educación sanitaria, así como participación de la comunidad y todo esto lo puedes llevar a cabo coordinado con otros profesionales sanitarios.

También puedes hacer múltiples y variados tipos de investigaciones como pueden ser sobre enfermedades infecciosas, geriatría, atención infantil, salud comunitaria, urgencias, salud mental, mortalidad, aspectos relacionados con el duelo, enfermedades y enfermos terminales, educación para la salud, etc.

En resumen: Gracias a que la población es limitada y estable, por lo que es mejor conocida y hay mayor posibilidad de contacto con los líderes sociales, puedes realizar mejor tu trabajo y organizarte con mayor autonomía. Los procesos se siguen mejor gracias a la continuidad y se pueden llevar a cabo estudios prospectivos.

Pero todo lo anterior no es suficiente para atraer médicos a los pueblos. La Administración tiene que poner de su parte si no quiere que la “España vaciada” se convierta en una “España abandonada” en el aspecto sanitario. Tiene que aportar valor añadido a ese sacrificio que supone el trabajar en solitario en lugares con dispersión geográfica, distantes de la ciudad y lejos de un hospital, viviendo en el mismo entorno donde trabajas, con personas con diferente nivel cultural, teniendo que atender niños, embarazadas, urgencias, etc. Además de un permanente reconocimiento por parte de la Administración, Comunidad y Organizaciones Profesionales, el Estado debe establecer una serie de incentivos como pueden ser, por ejemplo: Dando mayor autonomía de gestión y organización, mejorando la comunicación telemática, videoconferencias, telemedicina, transmisión vía satélite, etc. Primero que a nadie llevarlo al medio rural. Mejorando las infraestructuras y carreteras. Así mismo se deben potenciar las relaciones con el hospital y especialidades hospitalarias. Se debe facilitar la formación de redes de comunicación entre los médicos rurales y creación de grupos de trabajo y de ayuda mutua, entre los compañeros más próximos geográficamente.

La Medicina Rural se debe tratar en la Facultad como asignatura propia. Creo que es buena idea también, además de un profesorado específico, llevar a la Facultad a médicos líderes rurales enamorados de su trabajo, que potencien los aspectos positivos y minoren los negativos. Los MIR de Familia deberían rotar por el medio rural durante un tiempo no inferior a 6 meses, con un programa amplio específico.

Y en el aspecto profesional y familiar, se deberá facilitar la conciliación familiar, ofreciéndoles una vivienda digna y gratuita, diferenciar los salarios respecto a los que trabajan en la ciudad, mejorando la dotación y equipamiento de medios de diagnóstico, promoción profesional, mejoras en los baremos puntuando los servicios y la permanencia en el mismo sitio, el doble que en el urbano. Es importante hacer ostensible el apoyo a la investigación en el medio rural y también que se les den facilidades para asistir a congresos nacionales e internacionales.

En muchos de estos últimos incentivos pueden colaborar –y seguro que lo harían con agrado-los Ayuntamientos y las Diputaciones provinciales.

No me extiendo más. Con estos párrafos he querido sintetizar mis sentimientos y mi opinión sobre la Medicina Rural. Es mi granito de arena en la construcción de un soporte firme que sirva para convencer a los nuevos Médicos de Familia -e incluso a los no tan jóvenes- para que se acerquen a este modelo de ejercer la Medicina en unas condiciones diferentes.





¡Salvad El Gollizno de Adamuz!

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