Era muy temprano aquella mañana cuando Emilia tocaba con insistencia el timbre del Centro Médico. Elena la auxiliar de clínica -que a puerta cerrada preparaba las consultas- intuyó que se trataba de algo urgente y se apresuró a abrir la puerta.
- Buenos días. ¿Qué ocurre señora? –preguntó Elena.
- Vengo a hablar con el doctor. Mi hija y toda su y la de su esposo familia –narraba Emilia con lágrimas asomándole en los ojos-están contagiados por el coronavirus y no saben qué hacer. Les han comunicado esta mañana que han salido todos positivos en los test que les realizaron anteayer. Los abuelos de su marido están ingresados y él está con fiebre y mucha tos y ahogo.
- No se preocupe usted. Ahora mismo llamo a D. Santiago por teléfono, ya que hoy no tenía intención de venir, y le digo que contacte con ustedes. Ya verá como les encuentra solución.
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