domingo, 20 de septiembre de 2020

MIEDO A DORMIR. MIEDO A SOÑAR

     Últimamente, por la noche, cuando me voy a dormir, tengo miedo a soñar. Una experiencia desagradable aflora en mis sueños muchas noches. Siempre he pensado que los sueños no se repiten, sino que es la misma fantasía, esa noche, en la que se reiteran las escenas y acontecimientos varias veces y al despertarte tienes la sensación de que esa misma ensoñación la has tenido en otras ocasiones y, ya despierto, te cuestionas si mañana o pasado volverás a pasar por ese mismo trance.

Tengo miedo a dormirme porque sé que voy a tener esa misma pesadilla: deambulo por una ciudad con un destino conocido, pasando por sitios que me son familiares, pero si tomo una calle que no conozco -y lo hago porque intuyo que voy a atrochar y así llego antes a mi destino- esa partir de ahí cuando comienzo a sentir miedo: entro en un barrio de casas señoriales, palacios, templos, pensiones, suelos de adoquines, grises paredes de bloques de piedra, todo en estado de abandono. Nadie por las calles, oscuridad y tenebrosidad, acompañadas de una enervante música de fondo. Me intranquilizo tanto que deseo salir corriendo de allí. Aparece entonces un grupo de jóvenes que se aproximan sonrientes y temo que la expresión de sus caras no es buena ni amigable. 

  • ¿Qué se te ha perdido por aquí?¿No sabes que es peligroso pasar por este barrio?
  • No, no sabía nada. Es la primera vez que paso por esta calle -contesto temblando.
  • Bueno, amigo, no te preocupes que vamos a protegerte -dice el jefecillo del grupo, aproximándose a mí y exagerando la sonrisa, lo que me impresiona muy negativamente.

Se aproxima aún más y saca una navaja automática de grandes dimensiones que se abre al salir del bolsillo y me la coloca en el cuello, lo que me deja totalmente inmóvil. Al mismo tiempo, sus acompañantes me rodean y comienzan a recoger mi cartera, monedero, móvil, reloj, anillo que el líder me gritaba que les fuera entregando.

No sé qué ocurre después, ya que llegado ese momento me despierto empapado en un sudor frío y profuso, con el corazón galopando y una respiración tremendamente agitada.

Me quedo sin saber si al final descubren y me roban los cinco mil euros que llevaba, escondidos en mi cinturón, para devolver a un amigo que me los había prestado.

 

No hay comentarios: