sábado, 7 de noviembre de 2020

La Primera Comunión

 

Nos levantamos muy temprano aquella mañana de domingo. Mejor, tengo que decir, que nos despertó Jacinto, nuestro hijo mayor, poniendo el sonido del tocadiscos a todo volumen reproduciendo “Primavera” de Vivaldi. Sabía que a su madre y a mí nos encantaba escuchar Las Cuatro estaciones y aquella mañana, que era especial para él, nos gratificó de esa manera.

         -¡Papá, mamá, levantaos ya! Tenemos que llegar con tiempo a la iglesia.

         -Ya vamos, ya vamos, decíamos mientras él se abrazaba a nosotros muy sonriente y diciéndonos que era un día grande –como les había dicho el cura- ya que iban a recibir al Señor.

Sus dos hermanos pequeños, Sonia y Pepe, lo acompañaban haciendo coro con él. Habían subido las persianas y un sol espléndido iluminaba la casa.

         Después de desayunar, asearnos y vestirnos nos dirigimos a la iglesia para participar en la ceremonia de la primera comunión de los niños del grupo de Jacinto, quien caminaba con empaque y muy en su papel de protagonista, consciente del punto de inflexión que aquel acto iba a suponer en su vida. Mientras sus hermanos saltaban alrededor de nosotros.

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